El más antiguo tratado de educación fue obra de una mujer.
Dhouda de Gasconia escribió el "Manual para mi hijo", en latín, a principios del siglo nueve.
Ella no imponía nada. Sugería, aconsejaba, mostraba.
En una de sus páginas nos invitó a aprender de los ciervos, que atraviesan los ríos anchos nadando en fila, uno atrás del otro, con la cabeza y el cuello apoyados en el lomo del ciervo que los precede; unos a otros se sostienen y así pueden atravesar el río con mayor facilidad.
Y son tan inteligentes y sagaces que cuando se dan cuenta de que el primero está cansado, lo hacen pasar al último puesto y otro toma la delantera.
Eduardo Galeano
Del libro "Espejos"
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