"La brevedad de las frases de Galeano traza una prolongada curva en el aire, como si pintara con un puñado de palabras necesarias las tensiones y prejuicios acumulados, capas tras capas, durante siglos. Hay personajes que ejercen su magia y el escritor la devuelve multiplicada, como sucede con Sukaina, bisnieta de Mahoma que no sólo no usaba el velo, sino que lo denunció a gritos, se casó cinco veces y en sus contratos matrimoniales se negó a aceptar la obediencia al marido.
Como las dos mujeres gallegas que contrajeron matrimonio en la iglesia de San Jorge en 1901, Elisa Sánchez y Marcela Gracia, una de ellas vestida como hombre.
O la “molestosa” Juana Manso, que contra viento y marea fundó escuelas laicas y mixtas en Argentina y Uruguay y “se divorció cuando el divorcio no existía”.
O las cinco mujeres que voltearon la dictadura militar de Hugo Banzer en Bolivia y el diminutivo de Domitila que funciona como una especie de dardo semántico: “El enemigo principal, ¿cuál es?, ¿la dictadura militar? ¿La burguesía boliviana? ¿El imperialismo? No, compañeros. Yo quiero decirles estito: nuestro principal enemigo es el miedo. Lo tenemos adentro”.
Varios textos exploran las dificultades de narradoras y poetas, como “Ellos son ellas” sobre las hermanas Brontë –Emily, Anne y Charlotte–, “intrusas en el masculino reino de la literatura” que “se han puesto máscaras de hombres para que los críticos les disculpen el atrevimiento, pero los críticos maltratan sus obras rudas, crudas, groseras, salvajes, brutales, libertinas...”.
La poeta uruguaya Delmira Agustini (1886-1914) fue asesinada a los 27 años por su ex esposo. “Había cantado a las fiebres del amor sin pacatos disimulos, y había sido condenada por quienes castigan en las mujeres lo que en los hombres aplauden, porque la castidad es un deber femenino y el deseo, como la razón, un privilegio masculino”, escribió Galeano en un texto incluido en Memoria del fuego. No podía faltar, además, una celebración a Alfonsina Storni, cuyos versos más difundidos “protestan contra el macho enjaulador”.
Como un gran mago, como un inquieto hechicero que mezcla palabras, imágenes, sentimientos y desobediencias, los relatos de Galeano respiran en las voces de sus indómitas mujeres."
Silvina Friera
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