Padecemos un sistema del desvínculo que nos ha condenado a la especialización,
a la fractura,
al divorcio de las partes que a uno lo integran.
Durante mi infancia, por ejemplo, el divorcio del cuerpo y el alma.
Tuve una infancia muy católica, me enseñaron a no confundir la bella con la bestia,
el alma con el cuerpo.
Y me costó unos cuantos años enterarme de que somos "almuerpos" o "cuerpalmas",
y que tal divorcio no existe o no debería existir."
Eduardo Galeano.
- Entrevista -
Año : 2008
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