exige trabajadores presos de la cárcel del miedo,
que es la más cárcel de todas las cárceles.
El dios del mercado amenaza y castiga; y bien lo sabe cualquier trabajador, en cualquier lugar.
El miedo al desempleo, que sirve a los empleadores para reducir sus costos de mano de obra y multiplicar la productividad, es, hoy por hoy, la fuente de angustia más universal. ¿Quién está a salvo del pánico de ser arrojado a las largas colas de los que buscan trabajo?
¿Quién no teme convertirse en un "obstáculo interno", para decirlo con las palabras del presidente de la Coca-Cola, que explicó el despido de miles de trabajadores diciendo que "hemos eliminado los obstáculos internos"?
Y en tren de preguntas,
la última: ante la globalización del dinero, que divide al mundo en domadores y domados, ¿se podrá internacionalizar la lucha por la dignidad del trabajo?
Menudo desafío. "
EDUARDO GALEANO
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