"En el año 1770, una ley inglesa condenó a las mujeres engañeras.
Estas pérfidas seducían a los súbditos de Su Majestad y los empujaban al matrimonio utilizando malas artes tales como perfumes, pinturas, baños cosméticos, dentaduras postizas, pelucas, rellenos de lana, corsés, armazones, aros y aretes y zapatos de tacones altos.
Las autoras de estos fraudes, decía la ley, serán juzgadas según las leyes vigentes contra la brujería, y sus matrimonios serán declarados nulos y disueltos.
El atraso tecnológico impidió incluir las siliconas, la liposucción, el bótox, las cirugías plásticas y otros prodigios quirúrgicos y químicos".
EDUARDO GALEANO.
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