En los primeros tiempos, tiempos de hambre, estaba la primera mujer escarbando la tierra cuando los rayos del sol la penetraron por atrás. Al rato nomás, nació una criatura.
Al dios Pachacamac no le cayó nada bien esa gentileza del sol y despedazó al recién nacido.
Del muertito brotaron las primeras plantas.
Los clientes se convirtieron en granos de maíz, los huesos fueron yucas, la carne se hizo papa, boniato, zapallo...
La furia del sol no se hizo esperar.
Sus rayos fulminaron la costa de Perú y la dejaron seca para siempre.
Y la venganza culminó cuando el sol partió tres huevos sobre esos suelos.
Del huevo de oro salieron los señores.
Del huevo de plata, las señoras de los señores.
Y del huevo de cobre, los que trabajan.
EDUARDO GALEANO.
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