12.5.17

''Medio alternativo de coerción''.



En las cámaras de tormento, se arranca la máscara un sistema que practica el crimen para robar países. Los burócratas del dolor, soldados y policías, no son más que instrumentos del poder que necesita la tortura para asegurar y ampliar sus dominios. Nada tiene de anormal que un sistema atrozmente injusto utilice métodos atroces para perpetuarse. Y nada tiene de anormal que los amos del mundo no sólo practiquen la tortura, sino que además la prediquen llamándola ''medio alternativo de coerción'', ''técnica intensiva de interrogatorios'' o ''táctica de presión e intimidación''. 


Pero nos angustia comprobar que una proporción creciente de la opinión pública mundial aplaude la tortura, o por lo menos la acepta, cuando se aplica contra los presuntos terroristas que se niegan a decir lo que saben o contra los posibles delincuentes que ponen en peligro la seguridad pública.
 Nos parece escandaloso que este horror se admita como costumbre y que los más poderosos medios de comunicación le hagan propaganda, cada vez con menos disimulo.



Nos resulta inadmisible la creciente impunidad de los torturadores, amparados por los acuerdos de inmunidad que el gobierno de los Estados Unidos impone para colocar a sus policías y militares más allá del alcance de toda justicia local o universal. 



Y creemos que es urgente denunciar que mienten quienes dicen que la tortura ampara a la población civil. 



Esta máquina de picar carne humana no actúa para poner a los inocentes a salvo de las amenazas que los acechan, sino al revés: la tortura amenaza a los inocentes, porque en cualquier momento puede convertirlos en culpables mediante sus feroces tratamientos. 
No sirve para proteger a la población, sino para aterrorizarla.
 No sirve para arrancar información, sino que se aplica para evitar rebeldías, castigar herejías, humillar dignidades y sembrar el miedo. 



Eduardo Galeano


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