"Después de aprender a caminar, aprenden cuáles son las recompensas
que se otorgan a los pobres que se portan bien: ellos, y ellas, son la mano de obra gratuita
de los talleres, las tiendas y las cantinas caseras,
o son la mano de obra a precio de ganga de las industrias de exportación
que fabrican ropa deportiva para las grandes empresas multinacionales.
Son esclavitos o esclavitas de la economía familiar o del sector informal
de la economía globalizada, donde ocupan el escalón más bajo de la población activa
al servicio del mercado mundial.
Son incontables los niños pobres que trabajan, en su casa o afuera,
para su familia o para quien sea.
En su mayoría, trabajan fuera de la ley y fuera de las estadísticas.
¿Y los demás niños pobres?
De los demás, son muchos los que sobran.
El mercado no los necesita, ni los necesitará jamás.
No son rentables, jamás lo serán.
Desde el punto de vista del orden establecido,
ellos empiezan robando el aire que respiran y después roban todo lo que encuentran.
Entre la cuna y la sepultura, el hambre o las balas suelen interrumpirles el viaje.
El mismo sistema productivo que desprecia a los viejos, teme a los niños.
La vejez es un fracaso, la infancia es un peligro."
EDUARDO GALEANO.
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