"Hoy, todo está igual que cuando el ejército realizó el genocidio patagónico. Por supuesto todo más moderno.
La Patagonia está toda vendida. Por ejemplo, los industriales del vestido, los Benetton, han comprado varias
estancias, entre ellas la estancia Leleque, la más hermosa en paisaje con cordillera, lagos y bosques. Es
una estancia extensísima. Eso no obstó para que el dueño europeo, quien descubrió que en el amplio
territorio de su estancia una familia mapuche integrada por un matrimonio y sus dos hijos, estaban viviendo
en cuatro hectáreas de su estancia. Esa familia ocupaba desde hacía tiempo inmemorial esa tierra, de la
cual no tenían título de propiedad, por supuesto. El europeo, dueño de la estancia, los hizo expulsar del
campo por la justicia argentina. La familia mapuche fue expulsada de sus propias tierras. Otros propietarios
extranjeros, entre ellos norteamericanos e ingleses, y millonarios que viven en el Caribe, han comprado ya
grandes extensiones de terreno en la Patagonia. Entran quienes utilizan las estancias para el placer y su
propio turismo. Realidades de la globalización. "
Osvaldo Bayer.
Miles de muertos sin sepultura deambulan por la Pampa argentina.
Son los desaparecidos de la última dictadura militar.
La dictadura del general Videla aplicó en escala jamás vista la desaparición como arma de guerra. La aplicó, pero no la inventó.
Un siglo antes, el general Roca había utilizado contra los indios esta obra maestra de la crueldad, que obliga a cada muerto a morir varias veces y que condena a sus queridos a volverse locos persiguiendo su sombra fugitiva.
En Argentina, como en toda América, los indios fueron los primeros desaparecidos. Desaparecieron antes de aparecer.
El general Roca llamó conquista del desierto a su invasión de las tierras indígenas. La Patagonia era un espacio vacío, un reino de la nada, habitado por nadie.
Y los indios siguieron desapareciendo después.
Los que se sometieron y renunciaron a la tierra y a todo
fueron llamados indios reducidos: reducidos hasta desaparecer.
Y los que no se sometieron y fueron vencidos a balazos y sablazos,
desaparecieron convertidos en números, muertos sin nombre,
en los partes militares.
Y sus hijos desaparecieron también: repartidos como botín de guerra,
llamados con otros nombres,
vaciados de memoria,
esclavitos de los asesinos de sus padres.
EDUARDO GALEANO
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