12.6.15

"Las edades de Josephine."

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A los nueve años, trabaja limpiando casas en Saint Louis, a orillas del 
Mississippi. 
A los diez, empieza a bailar, por monedas, en las calles. 
A los trece, se casa. 
A los quince, otra vez. Del primer marido, no le queda ni siquiera un mal 
recuerdo.
 Del segundo, guarda el apellido, porque le gusta cómo suena. 
A los diecisiete, Josephine Baker baila charleston en Broadway. 
A los dieciocho, cruza el Atlántico y conquista París. La Venus negra 
aparece desnuda en el escenario, sin más ropa que un cinturón de bananas. 
A los veintiuno, su rara mezcla de payasa y mujer fatal la convierte en la 
vedette más admirada y mejor pagada de toda Europa. 
A los veinticuatro, es la mujer más fotografiada del planeta. Pablo Picasso, 
arrodillado, la pinta. 
Por parecerse a ella, las pálidas damiselas de París se 
frotan con crema de nuez, que oscurece la piel. 
A los treinta, tiene problemas en algunos hoteles, porque viaja acompañada 
por un chimpancé, una serpiente, una cabra, dos loros, varios peces, tres gatos, 
siete perros, una leoparda llamada Chiquita, que luce collar de diamantes, y un 
cerdito, Albert, que ella baña con el perfume Je reviens, de Worth. 
A los cuarenta, recibe la Legión de Honor por sus servicios a la resistencia 
francesa durante la ocupación nazi. 
A los cuarenta y uno, cuando ya va por el cuarto marido, adopta doce niños 
de diversos colores y diversos lugares, que ella llama mi tribu del arcoiris. 
A los cuarenta y cinco, regresa a los Estados Unidos.
 Exige que a sus 
espectáculos asistan, todos mezclados, blancos y negros.
 Si no, no actúa. 
A los cincuenta y siete, comparte el estrado con Martin Luther King y habla 
contra la discriminación racial ante la inmensa Marcha sobre Washington. 
A los sesenta y ocho, se recupera de una estrepitosa bancarrota y celebra, en 
el teatro Bobino de París, su medio siglo de actuación en este mundo. 
Y se va.
 
Eduardo Galeano.


Pobre y maltratada de niña, a los 19 años brilló en los más altos escenarios de París. Bailó como ninguna otra vedette antes, con los pechos desnudos y una sonrisa legendaria.

 Se enroló en la Resistencia francesa para luchar contra la ocupación nazi.

 Picasso, Hemingway y Gardel se enamoraron de ella. Tuvo seis maridos.

 Adoptó a doce huérfanos multirraciales. Vivió casi 69 años, orgullosa de ser afroamericana.


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