Entonces una canoa, perdida en el tiempo, llegó al otro lado del mundo y encontró la isla donde vivían los vientos. Los marineros los capturaron, se los llevaron y los obligaron a soplar. La canoa se deslizó, empujada por los vientos prisioneros, y los marineros, que llevaban siglos remando y remando, por fin pudieron echarse a dormir.
No despertaron nunca.
La canoa se estrelló contra un peñón.
Desde entonces, los vientos andan en busca de la isla perdida que había sido su casa.
La canoa se estrelló contra un peñón.
Desde entonces, los vientos andan en busca de la isla perdida que había sido su casa.
En vano deambulan por los siete mares del mundo los alisios y los monzones y los ciclones.
Por venganza de aquel secuestro, a veces echan a pique los barcos que se les cruzan en el camino.
Eduardo Galeano
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