Había que elegir al dios del comercio.
Desde el trono del Olimpo, Zeus estudió a su familia.
No tuvo que pensarlo mucho. Tenía que ser Hermes.
Zeus le regaló sandalias con alitas de oro y le encargó la promoción del intercambio
mercantil, la firma de tratados y la salvaguarda de la libertad de comercio.
Hermes, que después, en Roma, se llamó Mercurio, fue elegido
porque era el que mejor mentía.
Eduardo Galeano
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