Desterrado por pobre y por judío, Isaac Zimerman vino a parar a la Argentina.
La primera vez que vio un mate creyó que era un tintero, y la lapicera le quemó la mano.
En esta pampa levantó su rancho, no lejos de los ranchos de otros peregrinos también venidos de los valles del río Dniéster; y aquí hizo hijos y cosechas.
Isaac y su mujer tienen muy poco, casi nada, y lo poco que tienen lo tienen con gracia.
Isaac y su mujer tienen muy poco, casi nada, y lo poco que tienen lo tienen con gracia.
Unos cajones de verdura sirven de mesa, pero el mantel luce siempre almidonado, siempre muy blanco, y sobre el mantel las flores dan color y las manzanas, aroma.
Una noche, los hijos encuentran a Isaac sentado ante esa mesa, con la cabeza entre las manos, derrumbado.
Una noche, los hijos encuentran a Isaac sentado ante esa mesa, con la cabeza entre las manos, derrumbado.
A la luz de la vela le descubren la cara mojada.
Y él les cuenta.
Les dice que por pura casualidad acaba de enterarse de que allá lejos,en la otra punta del mundo, ha muerto León Tolstoi.
Y les explica quién era ese viejo amigo de los campesinos, que tan grandiosamente supo retratar su tiempo y anunciar otro.
Eduardo Galeano
Espejos.
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