20.6.15

"Simón, el maestro. " Eduardo Galeano.


"Si se hubiera malogrado ,
 en la ignorancia general ,
el talento de los escritores que nos han
instruído...¿Qué sabríamos"
Simón Rodríguez

 Una borla roja cuelga, en hilachas, del gorro que tapa la temprana calva. Los anteojos, calzados por encima de las cejas, rara vez ayudan a los ojos azules, ávidos y voladores. Simón Carreño, Rodríguez por nombre elegido, deambula predicando rarezas.
Sostiene este lector de Rousseau que las escuelas deberían abrirse al pueblo, a la gentes de sangre mezclada; que niñas y niños tendrían que compartir las aulas y que más útil al país sería crear albañiles, herreros y carpinteros que caballeros y frailes.

Simón, el maestro y Simón, el alumno. Veinticinco años tiene Simón Rodríguez y trece Simón Bolívar, el huérfano más rico de Venezuela, heredero de mansiones y plantaciones, dueño de mil esclavos negros.
Lejos de Caracas, el preceptor inicia al muchacho en los secretos del universo y le habla de libertad, igualdad, fraternidad.
 Le descubre la dura vida de los esclavos que trabajan para él y le cuenta que la" nomeolvides "también se llama Myosotis palustris.
 Le muestra cómo nace el potrillo del vientre de la yegua y cómo cumplen sus ciclos el cacao y el café.
 Bolívar se hace nadador, caminador y jinete; aprende a sembrar, a construir una silla y a nombrar las estrellas del cielo de Aragua.
 Maestro y alumno atraviesan Venezuela, acampando donde sea, y conocen juntos la tierra que los hizo. A la luz de un farol, leen y discuten Robinson Crusoe y las Vidas de Plutarco.

Eduardo  Galeano


 Si la instrucción se proporcionara a todos, ¿cuántos de los que despreciamos por ignorantes, no serian nuestros consejeros, nuestros bienhechores o nuestros amigos?
 ¿Cuántos de los que nos obligan a echar cerrojo a nuestras puertas, no serian depositarios de las llaves?
 ¿Cuántos de los que tememos en los caminos, no serian nuestros compañeros de viaje? "
Simón Rodríguez

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