22.7.15

"Simón , el maestro. Bolívar, el alumno".


"Si se hubiera malogrado ,
 en la ignorancia general ,
el talento de los escritores que nos han
instruído...¿Qué sabríamos"
Simón Rodríguez
 Una borla roja cuelga, en hilachas, del gorro que tapa la temprana calva.
 Los anteojos, calzados por encima de las cejas, rara vez ayudan a los ojos
 azules, ávidos y voladores. 
Simón Carreño, Rodríguez por nombre elegido, deambula predicando rarezas.
Sostiene este lector de Rousseau que las escuelas deberían abrirse al pueblo,
 a la gentes de sangre mezclada; que niñas y niños tendrían que compartir las
 aulas y que más útil al país sería crear albañiles, herreros y carpinteros que 
caballeros y frailes.

Simón, el maestro y Simón, el alumno. Veinticinco años tiene Simón Rodríguez
 y trece Simón Bolívar, el huérfano más rico de Venezuela, heredero de
 mansiones y plantaciones, dueño de mil esclavos negros.
Lejos de Caracas, el preceptor inicia al muchacho en los secretos del universo y le habla de libertad, igualdad, fraternidad.
 Le descubre la dura vida de los esclavos que trabajan para él y le cuenta que la" nomeolvides "también se llama Myosotis palustris.
 Le muestra cómo nace el potrillo del vientre de la yegua y cómo cumplen sus
 ciclos el cacao y el café.
 Bolívar se hace nadador, caminador y jinete; aprende a sembrar, a construir
 una silla y a nombrar las estrellas del cielo de Aragua.
 Maestro y alumno atraviesan Venezuela, acampando donde sea, y conocen
 juntos la tierra que los hizo.
 A la luz de un farol, leen y discuten Robinson Crusoe y las Vidas de Plutarco.
Eduardo  Galeano

 Si la instrucción se proporcionara a todos, 
¿cuántos de los que despreciamos
 por ignorantes, no serían nuestros consejeros, 
nuestros bienhechores o nuestros amigos?
 ¿Cuántos de los que nos obligan a echar cerrojo a nuestras puertas,
 no serían depositarios de las llaves?
 ¿Cuántos de los que tememos en los caminos,
 no serían nuestros compañeros de viaje? "
Simón Rodríguez

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