13.11.15

"Crepúsculo".

Galeano, durante su última entrevista con LA NACION
"Cuando el sol se va y se echa a dormir en esa hamaca que 
es el horizonte, es la hora más bella del día. 
Muchas veces me pregunto cuán triste ha de ser morir y no verlo.
 Porque su capacidad de belleza te devuelve la fe en todo lo que puedas haberlo lastimado o perdido.
 No hay ningún crepúsculo que se parezca a otro.
 Son todos diferentes, y en Montevideo somos tan afortunados 
que los tenemos delante.
El sol cae ante nuestros ojos."
GALEANO

12.11.15

"Uno busca a Dios en los demás".


"Fui muy creyente cuando era chico, muy místico.
 Y éso es como la borra en el fondo del vaso del vino, te queda para siempre.
 No es una cosa que se va; se transfigura, cambia de nombre. 
En el fondo, uno busca a Dios en los demás.
 O en la naturaleza, entendida como una bella energía del mundo,
 que es a la vez terrible y hermosa. 
¿Dónde está aquel Dios que tuve de chico y un día se me cayó
 por un agujerito del bolsillo y nunca más lo encontré? 
Después supe que lo estaba llamando por otros nombres. "
GALEANO
_ Reportaje : 13 de abril de 2015 - "La Nación -

"Hebreas".



"Según el Antiguo Testamento, las hijas de Eva seguían sufriendo el castigo divino.
Podían morir apedreadas las adúlteras, las hechiceras y las mujeres que no llegaran
 vírgenes al matrimonio;
marchaban a la hoguera las que se prostituían siendo hijas de sacerdotes
y la ley divina mandaba cortar la mano de la mujer que agarrara a un hombre por los huevos,
 aunque fuera en defensa propia o en defensa de su marido.
Durante cuarenta días quedaba impura la mujer que paría hijo varón.
 Ochenta días duraba su suciedad, si era niña.
Impura era la mujer con menstruación, por siete días y sus noches,
 y trasmitía su impureza a cualquiera que la tocara o tocara
la silla donde se sentaba o el lecho donde dormía."

GALEANO

11.11.15

"Egipcias..."

Bastet - ancient Egyptian protector of women and children:

A woman wearing an Egyptian bought Buraq / her culture sees it as beautiful; I see it as confinement:

Heródoto, venido de Grecia, comprobó que el río y el cielo de Egipto no se parecían a ningún 
otro río ni a ningún otro cielo, y lo mismo ocurría con las costumbres.
 Gente rara, los egipcios: amasaban la harina con los pies y el barro con las manos, y momificaban
 a sus gatos muertos y los guardaban en cámaras sagradas.
Pero lo que más llamaba la atención era el lugar que las mujeres ocupaban entre los hombres.

 Ellas, fueran nobles o plebeyas, se casaban libremente y sin renunciar a sus nombres ni a sus bienes. 
La educación, la propiedad, el trabajo y la herencia eran derechos de ellas, y no sólo de ellos, y eran ellas quienes hacían las compras en el mercado mientras ellos estaban tejiendo en casa.
 Según Heródoto, que era bastante inventón, ellas meaban de pie y ellos, de rodillas.
GALEANO

"La maga..."


En el Perú, una maga me cubrió de rosas rojas
y después me leyó la suerte.
 La maga me anunció:
- Dentro de un mes, recibirás una distinción.
Yo me reí.
 Me reí por la infinita bondad de esa mujer desconocida,
 que me regalaba flores y augurios de éxitos, y me
 reí por la palabra distinción, que tiene no se qué
 de cómica, y porque me vino a la cabeza un viejo amigo 
del barrio, que era muy bruto pero certero, y que
solía decir, sentenciando, levantando el dedito: - .A 
la corta o a la larga, los escritores se hamburguesan.
 Así que me reí.
 Y la maga se rió de mi risa.
Un mes después, exactamente un mes después,
 recibí en Montevideo un telegrama.
 En Chile, decía el telegrama, me habían otorgado una distinción. Era el premio José Carrasco."

GALEANO

"Sherezade".

"Del miedo a morir 
nació la maestría de narrar."
Por vengarse de una, que lo había traicionado, el rey degollaba a todas.
En el crepúsculo se sacaba y al amanecer enviudaba.
Una tras otra, las vírgenes perdían la virginidad y la cabeza.
Sherezade fue la única que sobrevivió a la primera noche, y después siguió cambiado un cuento por cada nuevo día de vida.
Esas historias, por ella escuchadas, leídas o imaginadas, la salvaban de la decapitación. Las decía en voz baja, en la penumbra del dormitorio, sin más luz que la luna. Diciéndolas sentía placer, y lo daba, pero tenía mucho cuidado. A veces, en pleno relato, sentía que el rey le estaba estudiando el pescuezo.
Si el rey se aburría, estaba perdida.
Del miedo a morir nació la maestría de narrar.
GALEANO

"Mirar..."



"Cuando escribo pretendo recuperar 
algunas certezas que pueden animar a vivir
y ayudar a los demás a mirar".

Eduardo Galeano.

"Globalización".

"Los trabajadores" - Guayasamín -

Muchos de los grandes negocios promueven el crimen y del crimen viven.

Nunca hubo tanta concentración de recursos económicos y de conocimientos científicos y tecnológicos dedicados a la producción de muerte.

Los países que más armas venden al mundo son los mismos países que tienen a su cargo la paz mundial.

Afortunadamente para ellos, la amenaza de la paz se está debilitando, ya se alejan los negros nubarrones, mientras el mercado de la guerra se recupera y ofrece promisorias perspectivas de carnicerías rentables.

Las fábricas de armas trabajan tanto como las fábricas que elaboran enemigos a la medida de sus necesidades.

El desempleo multiplica la delincuencia, y los salarios humillantes la estimulan.

Nunca tuvo tanta actualidad el viejo proverbio que enseña:

El vivo vive del bobo, y el bobo de su trabajo.

En cambio, ya nadie dice, porque nadie lo creería aquello de trabaja y prosperarás.

El derecho laboral se está reduciendo al derecho de trabajar por lo que quieran pagarte y en las condiciones que quieran imponerte.

El trabajo es el vicio más inútil.

No hay en el mundo mercancía más barata que la mano de obra. 

Mientras caen los salarios y aumentan los horarios, el mundo laboral vomita gente. Tómelo o déjelo, que la cola es larga.

Empleo y desempleo en el tiempo del miedo !!

¿Quién se salva del terror a la desocupación?

¿Quién no teme ser un náufrago de las nuevas tecnologías, o de la globalización, o de cualquier otro de los muchos mares picados del mundo actual?

EDUARDO GALEANO

"Contradicciones ..."

La publicidad manda consumir y la economía lo prohíbe.

Las órdenes de consumo, obligatorias para todos pero

 imposibles para la mayoría, se traducen en invitaciones al delito.

Las páginas policiales de los diarios enseñan más 

sobre contradicciones de nuestro tiempo que las páginas

 de información política y económica.

GALEANO
- "Patas arriba - La escuela del mundo al revés."

"Memoria"

"La memoria viva no nació para ancla. 
 Quiere ser puerto de partida, no de llegada.
 Ella no reniega de la nostalgia,
 pero prefiere la esperanza, su peligro, su intemperie.
 Creyeron los griegos que la memoria
 es hermana del tiempo y de la mar...
 y no se equivocaron."

Eduardo Galeano

"El espejo"

Solea el sol y se lleva los restos de sombra que ha dejado la noche. Los carros de caballos recogen, puerta por puerta, la basura.
 En el aire tiende la araña sus hilos de baba.
El tornillo camina las calles de Melo. 
En el pueblo lo tienen por loco.
 EL lleva un espejo en la mano y se mira con el ceño fruncido. 
No quita los ojos del espejo.
- ¿Qué haces, Tornillo?
-Aquí- dice-. Controlando al enemigo...
EDUARDO GALEANO
(Las palabras andantes)

10.11.15

"Las edades de Ana".

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En sus primeros años, Ana Fellini creía que sus padres habían muerto en un accidente. Sus abuelos se lo dijeron. Le dijeron que sus padres venían a buscarla cuando se cayó el avión que los traía.
A los once años, alguien le dijo que sus padres habían muerto peleando contra la dictadura militar argentina. Nada preguntó, no dijo nada. Ella había sido niña parlanchina, pero desde entonces habló poco o nada.
A los diecisiete años, le costaba besar. tenía una llaguita bajo la lengua.
A los dieciocho, le costaba comer. La llaga era cada vez más honda.
A los diecinueve, la operaron.
A los veinte, murió.
El médico dijo que la mató un cáncer en la boca.
Los abuelos dijieron que la mató la verdad.
La bruja del barrio dijo que murió porque no gritó.


EDUARDO GALEANO

9.11.15

"La pluma de Galeano en defensa de las mujeres".

Por Silvina Friera
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“Del miedo de morir nació la maestría de narrar.” La frase final de “Sherezade”, el texto inicial de Mujeres (Siglo XXI), el libro póstumo de Eduardo Galeano, plantea un asunto fundamental en la obra del escritor, que murió hace dos meses, el pasado 13 de abril: la centralidad de la mujer porque esa habilidad, vinculada con la sobrevivencia de la narradora de Las mil y una noches –que con sus cuentos evita ser degollada por el rey–, es un atributo femenino. En los espacios en blanco que cada lectora y lector “completa” a su manera, en el elástico de las interpretaciones posibles, el autor parece insinuar que un hombre, en el lugar de Sherezade, habría fracasado. Al margen de que se pueda sospechar de exageración, texto tras texto de esta antología preparada especialmente por Galeano, cuya primera edición de 25 mil ejemplares se agotó en diez días, traza el itinerario de una sensibilidad excepcional por las cuestiones de género, cuando la izquierda en general, los militantes políticos e intelectuales comprometidos consideraban que era un tema superfluo y menor que no pertenecía al linaje trascendente.
El arco temporal de Mujeres cubre casi cuarenta años.
 Los textos elegidos por Galeano pertenecen a Vagamundo y otros relatos (1973), Memoria del fuego (1982), El libro de los abrazos (1989), Las palabras andantes (1993), Patas arriba. La escuela del mundo al revés (1998), Espejos. Una historia casi universal (2008) y Los hijos de los días (2012). “Hace mil años, dos mujeres japonesas escribieron como si fuera ahora”, afirma el escritor en “Fundación de la novela moderna”. “Según Jorge Luis Borges y Marguerite Yourcenar, nadie nunca ha escrito una novela mejor que la Historia de Genji, de Murasaki Shikibu, magistral recreación de aventuras masculinas y humillaciones femeninas.” La otra japonesa es Sei Shônagon por su Libro de la almohada. Galeano escribía como si pintara las palabras, convencido de que era el mejor camino para acariciar el alma de los otros. Todos sus textos despliegan un carácter insubordinado que los aproximan al territorio de la poesía. “Las sacerdotisas negras de Bahía aceptan amantes, no maridos. El matrimonio da prestigio, pero quita libertad y alegría. A ninguna le interesa formalizar boda ante cura o el juez: ninguna quiere ser esposada esposa, señora de. Cabeza erguida, lánguido balanceo: las sacerdotisas se mueven como reinas de la Creación. Ellas condenan a sus hombres al incomparable tormento de sentir celos de los dioses”, se lee en “Las mujeres de los dioses”, que pertenece a Memoria del fuego, un texto a contrapelo del machismo imperante en la América Latina de los primeros años ’80.
Muchas mujeres protagonizan las páginas de este libro; están Juana de Arco, Rosa Luxemburgo, Emily Dickinson, Rigoberta Menchú, Eva Perón, Marilyn Monroe, Rita Hayworth, Alfonsina Storni, Alicia Moreau, Bessie Smith, Safo, Aspasia, Frida Kahlo, Carmen Miranda, Isadora Duncan, Sarah Bernhardt, Teresa de Avila, Matilde Landa, las Madres de Plaza de Mayo, Delmira Agustini, Camille Claudel, Georgia O’Keefe, Josephine Baker, Marie Curie y Juana Manso, entre otras artistas, poetas, cantantes, bailarinas, científicas, escritoras y militantes políticas de todos los tiempos. Galeano también cuenta y canta historias de hazañas colectivas femeninas, extraviadas en los laberintos ingratos de la memoria como las migas de pan en el mantel de un antiguo festín. El escritor recuerda a las prostitutas rebeldes de San Julián –cuyos nombres recuperó Osvaldo Bayer–, que se negaron a recibir a los soldados asesinos la noche del 17 de febrero de 1922. Evoca a las guerreras de la revolución mexicana, a las mil quinientas mujeres que invadieron el Parlamento en El Cairo en 1951 y a las obreras, costureras, panaderas, cocineras, niñeras, floristas, limpiadoras y planchadoras que lucharon en la Segunda Comuna de París. “Si se puede bailar una emoción, si se puede bailar una idea, ¿por qué no se puede bailar un himno?”, se pregunta en “Isadora”, relato sobre el momento en que Duncan bailó el Himno nacional en un café de Buenos Aires. Otro texto de una belleza descomunal es “Bessie”: “Esta mujer canta sus lastimaduras con la voz de la gloria y nadie puede hacerse el sordo o el distraído. Pulmones de la honda noche: Bessie Smith, inmensamente gorda, inmensamente negra, maldice a los ladrones de la Creación. Sus blues son los himnos religiosos de las pobres negras borrachas de los suburbios: anuncian que serán destronados los blancos y machos y ricos que humillan al mundo”.
Galeano es uno de los primeros escritores feministas o con una conciencia de lo femenino extraordinaria. La publicación de este libro es una especie de “acto de justicia”: el paño de estas textualidades permite resaltar la importancia de un tema que no es lo que se visibiliza cuando se piensa en la obra del escritor y periodista uruguayo. En “Puntos de vista (6)”, de Patas arriba..., intenta desmontar el machismo arraigado en la cultura universal: “Si Eva hubiera escrito el Génesis, ¿cómo sería la primera noche de amor del género humano? Eva hubiera empezado por aclarar que ella no nació de ninguna costilla, ni conoció a ninguna serpiente, ni ofreció manzanas a nadie, y que Dios nunca le dijo que parirás con dolor y tu marido te dominará. Que todas esas historias son puras mentiras que Adán contó a la prensa”. Como si intentara ajustar las cuentas con los hombres, en “Homenajes” recopila lo que han dicho o escrito varios pensadores –“humanos y divinos, todos machos”– sobre las mujeres: “La mujer es un hombre incompleto” (Aristóteles). “La mujer es un error de la naturaleza, nace de un esperma en mal estado” (Santo Tomás de Aquino). “Las gallinas ponen huevos y las mujeres, cuernos” (Francisco de Quevedo). “La mujer es un animal de pelo largo y pensamiento corto” (Arthur Schopenhauer).
La brevedad de las frases de Galeano traza una prolongada curva en el aire, como si pintara con un puñado de palabras necesarias las tensiones y prejuicios acumulados, capas tras capas, durante siglos. Hay personajes que ejercen su magia y el escritor la devuelve multiplicada, como sucede con Sukaina, bisnieta de Mahoma que no sólo no usaba el velo, sino que lo denunció a gritos, se casó cinco veces y en sus contratos matrimoniales se negó a aceptar la obediencia al marido. Como las dos mujeres gallegas que contrajeron matrimonio en la iglesia de San Jorge en 1901, Elisa Sánchez y Marcela Gracia, una de ellas vestida como hombre. O la “molestosa” Juana Manso, que contra viento y marea fundó escuelas laicas y mixtas en Argentina y Uruguay y “se divorció cuando el divorcio no existía”. O las cinco mujeres que voltearon la dictadura militar de Hugo Banzer en Bolivia y el diminutivo de Domitila que funciona como una especie de dardo semántico: “El enemigo principal, ¿cuál es?, ¿la dictadura militar? ¿La burguesía boliviana? ¿El imperialismo? No, compañeros. Yo quiero decirles estito: nuestro principal enemigo es el miedo. Lo tenemos adentro”.
Varios textos exploran las dificultades de narradoras y poetas, como “Ellos son ellas” sobre las hermanas Brontë –Emily, Anne y Charlotte–, “intrusas en el masculino reino de la literatura” que “se han puesto máscaras de hombres para que los críticos les disculpen el atrevimiento, pero los críticos maltratan sus obras rudas, crudas, groseras, salvajes, brutales, libertinas...”. La poeta uruguaya Delmira Agustini (1886-1914) fue asesinada a los 27 años por su ex esposo. “Había cantado a las fiebres del amor sin pacatos disimulos, y había sido condenada por quienes castigan en las mujeres lo que en los hombres aplauden, porque la castidad es un deber femenino y el deseo, como la razón, un privilegio masculino”, escribió Galeano en un texto incluido en Memoria del fuego. No podía faltar, además, una celebración a Alfonsina Storni, cuyos versos más difundidos “protestan contra el macho enjaulador”. Como un gran mago, como un inquieto hechicero que mezcla palabras, imágenes, sentimientos y desobediencias, los relatos de Galeano respiran en las voces de sus indómitas mujeres.

HIPATIA.

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Va con cualquiera— decían, queriendo ensuciar su libertad.

No parece mujer— decían, queriendo elogiar su inteligencia.
Pero numerosos profesores, magistrados, filósofos y políticos acudían desde lejos a la Escuela de Alejandría, para escuchar su palabra.
Hipatia estudiaba los enigmas que habían desafiado a Euclides y a Arquímedes, y hablaba contra la fe ciega, indigna del amor divino y del amor humano. Ella enseñaba a dudar y a preguntar. Y aconsejaba:
Defiende tu derecho a pensar. Pensar equivocándote es mejor que no pensar.
¿Qué hacía esa mujer hereje dictando cátedra en una ciudad de muchos cristianos?
La llamaban bruja y hechicera, la amenazaban de muerte.
Y un mediodía de marzo del año 415, el gentío se le echó encima. Y fue arrancada de su carruaje y desnudada y arrastrada por las calles y golpeada y acuchillada. Y en la plaza pública la hoguera se llevó lo que quedaba de ella.
Se investigará dijo el prefecto de Alejandría.


EDUARDO GALEANO