No sólo en la Argentina, no sólo en América latina, el sistema está ciego.
¿Qué son las personas de carne y hueso?
Para los economistas más notorios, números.
Para los banqueros más poderosos, deudores.
Para los tecnócratas más eficientes, molestias.
Y para los políticos más exitosos, votos.
Ahora los invisibles han ocupado, cosa rara, el centro de la escena
Son los que se niegan a seguir comiendo promesas; los que han sido despojados de sus salarios y de sus jubilaciones; los que han sido desvalijados de sus ahorros de toda la vida; los jóvenes que se sienten traicionados por el país que heredan.
En el río revuelto de la bronca colectiva, aparecen también los pescadores: los provocadores, los delincuentes, los violentos, los que quieren desviar el justo torrente de la indignación popular, para que todo acabe en una guerra de pobres contra pobres.
Pero éso no quita ni un poquito de valor a la pueblada que volteó al gobierno de De la Rúa, ni a las caceroladas de después, que son irrefutables pruebas de energía democrática.
De la Rúa había dicho, en su discurso, palabra más, palabra menos: la realidad no existe, la gente no existe.
La democracia somos nosotros, le respondió la gente, y nosotros estamos hartos.
¿O acaso la democracia consiste solamente en el derecho de votar cada cuatro años?
¿Derecho de elección o derecho de traición?
En la Argentina, como en tantos otros países, la gente vota, pero no elige.
Vota por uno, gobierna otro: gobierna el clon.
EDUARDO GALEANO
Fuente : Página 12.