Heródoto (Heródotos) , venido de Grecia, comprobó que el río y el cielo de Egipto
no se parecían a ningún otro río ni a ningún otro cielo,
y lo mismo ocurría con las costumbres.
Gente rara, los egipcios: amasaban la harina con los pies y el barro con las manos,
y momificaban a sus gatos muertos y los guardaban en cámaras sagradas.
Pero lo que más llamaba la atención era el lugar que las mujeres
ocupaban entre los hombres.
Ellas, fueran nobles o plebeyas, se casaban libremente
y sin renunciar a sus nombres ni a sus bienes.
La educación, la propiedad, el trabajo y la herencia eran derechos de ellas,
y no sólo de ellos, y eran ellas quienes hacían las compras
en el mercado mientras ellos estaban tejiendo en casa.
Según Heródoto, que era bastante "inventón",
ellas meaban de pie y ellos, de rodillas.
EDUARDO GALEANO.
De : " Espejos. Una historia casi universal".