25.10.18

Eduardo Galeano

“Fue leyendo al poeta Constantino Kavafis que un día me dije: ‘qué lindo sería contar la historia de las Américas, de norte a sur, mirando ese universo por el ojo de una cerradura’, dijo Eduardo Galeano.
 Unas cien personas, sentadas y de pie, lo escuchaban, en la inauguración de Memoria del fuego, una muestra en homenaje a los 30 años de la edición de Los Nacimientos, el primer libro de la trilogía que se llama, justamente, Memoria del fuego y que cuenta, en textos breves, la historia de América latina.
Acto seguido, Galeano leyó el poema que lo inspiró, que cuenta la historia grande desde la historia chica. Habla de un vendedor ambulante que llega desde su aldea. “‘Incienso, goma, el mejor aceite, perfume para el cabello’, grita el vendedor a lo largo de las calles.” Pero entre el ruido, la música, los desfiles, no lo oyen. Mientras tanto, alguien repite la noticia que corre por la ciudad: “Marco Antonio ha vencido en Grecia”.
Todo esto pasaba en el Museo de Arte Precolombino e Indígena (MAPI), en Montevideo, a tres cuadras del Mercado del Puerto.
 Con Galeano estaba el artista argentino Luis Felipe Noé, quien en 2008 realizó una serie de dibujos para una edición especial del libro publicada por Página 12.
En las salas se pusieron a exhibición varias versiones de los distintos relatos de Memoria del fuego. También los dibujos del artista argentino y, además, manuscritos, algunos ya con un tono levemente amarillento por el paso del tiempo, con letra muy pequeña, en tinta negra, en los que resaltan párrafos encerrados en marcador rojo, flechas y tachaduras. Muestran el exhaustivo trabajo de edición de Galeano.
En la muestra también hay audios donde el escritor lee fragmentos de la obra, videos, críticas literarias y ediciones en otros idiomas.
Noé fue muy breve. Dijo que no tiene costumbre de ilustrar, “porque seguir un texto no es fácil”. Y que, sin embargo, en el caso de los de Memoria del fuego, no le fue difícil porque “estaba como reconstruyendo visualmente algo que iba entendiendo”. Que el libro estuviera compuesto en textos cortos, dijo, ayudaba “porque eran como cuadros distintos”.
Galeano eligió, para finalizar, leer un relato suyo sobre la vida de Tamara Arce, aquella niña que desapareció al año y medio y que, algo más de 8 años después, gracias a la búsqueda de las abuelas de Plaza de Mayo se reencontró con su madre. “Se miraron al espejo juntas y se rieron y no podían parar de reírse porque eran iguales y tenían los mismos lunares en los mismos lugares…”, leyó Galeano, quien en el MAPI terminó de leer aquel texto, levantando una larga ovación: “…
Y entonces cuando llegó la noche, esa primera noche del reencuentro, Rosa, la madre, bañó a Tamara, la hija, y la enjuagó y la jabonó y la enjuagó y una vez y otra y la bañó una vez y otra y otra y no podían sacarle el olor, un olor espeso, como dulzón y Rosa sabía que conocía ese olor pero no podía ubicarlo no sabía por
qué no había jabón que lo quitara y entonces, de pronto, Rosa recordó que ese era el olor de los bebes cuando acaban de mamar. 
Rosa no podía explicárselo, pero Tamara, la hija, tenía nueve años y olía a recién nacida”.
Fuente : Revista Ñ - Clarín -
Fecha : 10/07/2012.

Ignacio Ellacuría.

" La verdadera realidad del opresor
 sólo se puede ver desde el oprimido."
Ignacio Ellacuría.


"Hace algún tiempo, el sacerdote español Ignacio Ellacuría me dijo que le resultaba absurdo
 eso del Descubrimiento de América.
-  El opresor es incapaz de descubrir, me dijo:
- Es el oprimido el que descubre al opresor.
Él creía que el opresor ni siquiera puede descubrirse a sí mismo..
 La verdadera realidad del opresor sólo se puede ver desde el oprimido.
Ignacio Ellacuría fue acribillado a balazos, por creer en esa imperdonable capacidad
 de revelación y por compartir los riesgos de la fe en su poder de profecía.
¿Lo asesinaron los militares de El Salvador, o lo asesinó un sistema 
que no puede tolerar la mirada que lo delata?"

EDUARDO GALEANO

" El racismo es también una máscara del miedo."

- Tapiz inca -

"Las técnicas arcaicas, en manos de las comunidades, habían hecho fértiles los desiertos en la cordillera de los Andes. Las tecnologías modernas, en manos del latifundio privado de exportación, están convirtiendo en desiertos las tierras fértiles en los Andes y en todas partes.
Resultaría absurdo retroceder cinco siglos en las técnicas de producción; pero no menos absurdo es ignorar las catástrofes de un sistema que exprime a los hombres y arrasa los bosques y viola la tierra y envenena los ríos para arrancar la mayor ganancia en el plazo menor.
 ¿No es absurdo sacrificar a la naturaleza y a la gente en los altares del mercado internacional? En ese absurdo vivimos; y lo aceptamos como si fuera nuestro único destino posible.
Las llamadas culturas primitivas resultan todavía peligrosas porque no han perdido el sentido común.
 Sentido común es también, por extensión natural, sentido comunitario. 
Si pertenece a todos el aire, ¿por qué ha de tener dueño la tierra?
 Si desde la tierra venimos, y hacia la tierra vamos, ¿acaso no nos mata cualquier crimen que contra la tierra se comete?
 La tierra es cuna y sepultura, madre y compañera.
 Se le ofrece el primer trago y el primer bocado; se le da descanso, se la protege de la erosión.
Es sistema desprecia lo que ignora, porque ignora lo que teme conocer.
 El racismo es también una máscara del miedo.
¿Qué sabemos de las culturas indígenas? Lo que nos han contado las películas del Far West. 
Y de las culturas africanas, ¿qué sabemos? Lo que nos ha contado el profesor Tarzán, que nunca estuvo.
Dice un poeta del interior de Bahía: Primero me robaron del África. Después robaron el África de mí. 
La memoria de América ha sido mutilada por el racismo.
 Seguimos actuando como si fuéramos hijos de Europa, y de nadie más."

EDUARDO GALEANO.

La historia cambia según la voz que la cuenta.


¿Civilización? La historia cambia según la voz que la cuenta.
 En América, en Europa o en cualquier otra parte. Lo que para los romanos fue la invasión de los bárbaros, para los alemanes fue la emigración al sur.
No es la voz de los indios la que ha contado, hasta ahora, la historia de América. En las vísperas de la conquista española, un profeta maya, que fue boca de los dioses, había anunciado: - Al terminar la codicia, se desatará la cara,
 se desatarán las manos, 
se desatarán los pies del mundo.
 Y cuando se desate la boca, ¿qué dirá?
 ¿Qué dirá la otra voz, la jamás escuchada? 
Desde el punto de vista de los vencedores, que hasta ahora ha sido el punto de vista único, las costumbres de los indios han confirmado siempre su posesión demoníaca
 o su inferioridad biológica.
 Así fue desde los primeros tiempos de la vida colonial...
EDUARDO GALEANO.