Una celebración múltiple para volver a pasar por el corazón.
Por Silvina Friera.
Una canción de León Gieco condensa los sentimientos que conectan al músico con Eduardo Galeano y Página/12.
“Compramos el Página, leemos a Galeano, cantamos con la Negra, escuchamos Víctor Jara”, dice en “Los salieris de Charly’, el primer tema que interpretó Gieco anoche en el teatro Caras y Caretas, de la UMET, durante la celebración de los 29 años de este diario y el homenaje a Galeano por el lanzamiento de los fascículos coleccionables de Las venas abiertas de América Latina, ilustrados por Luis Scafati, que el diario ofrecerá a sus lectores a partir del próximo 1° de junio.
Las voces de Estela de Carlotto, Cristina Banegas, Gerardo Romano y Carolina Peleritti lograron que la vibración textual de Galeano –esa pasión por “las únicas palabras que merecen existir” que para él eran “las palabras mejores que el silencio”– quedará repicando en el aire, como si todo sonara de otra manera.
La emoción flotaba también en el ambiente cuando hablaron el propio Scafati, Nicolás Trotta (rector de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo, UMET), Hugo Soriani (por la dirección de Página/12) y el editor Carlos Díaz de Siglo XXI.
El rector de la UMET –institución que surgió del “sueño y la decisión política” de los trabajadores de edificios– subrayó que el homenaje a Galeano es la primera actividad desde que Página/12 se sumó al grupo Octubre en una universidad que fue inaugurada por la expresidenta Cristina Fernández y el expresidente de Brasil, Luiz Iná- cio Lula da Silva.
Para Trotta, Las venas… expresa “la historia del saqueo que ha vivido nuestra continente desde el mal llamado descubrimiento de América y nos interpela a pensar qué es hoy el imperialismo en el siglo XXI que vivimos, mucho más en este momento en que vemos que los procesos políticos en América latina están siendo jaqueados por los espacios conservadores de siempre”.
El rector de la UMET alertó sobre cómo en estos tiempos “los medios de comunicación y los partidos judiciales tratan de jaquear nuestra democracia”.
La reedición en fascículos de la obra de Galeano, que ha marcado la historia de América latina, es “sumamente importante para prepararnos para los tiempos que vienen”, agregó ante más de 500 personas, entre los que estaban Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, entre ellas Rosa Rosenblit, Tati Almeyda y Nora Cortiñas; legisladores, intelectuales, periodistas y artistas como Daniel Filmus, Carlos Ulanovsky, Víctor Santa María, Eduardo Jozami, María Seoane, Héctor Recalde, Ricardo Forster, Osvaldo Cáffaro, Luis Felipe Noé, Carlos Heller, Juan Carlos Junio, Yuyo Noé, Juan Manuel Abal Medina, Lito Cruz, Gabriela Alegre, Cecilia Rosetto, Pacho O’Donnell y Daniel Santoro, entre muchos otros.
Hugo Soriani, de la dirección del diario, comentó que al escuchar hablar a Trotta de “universidad de los trabajadores” recuperó una vieja consigna de los años 70: “universidad de los trabajadores, y al que no le gusta, se jode, se jode”… “Ya con 29 años era hora de formar una pareja, si no nos íbamos a quedar solos –ironizó Soriani–. Inclusive, quizá no sean los mejores momentos para atravesar en soledad; hay que atravesarlos en compañía. Así que hoy también festejamos esta unidad con el Grupo Octubre que se ha formado”. Soriani destacó que no le gusta usar la palabra homenaje porque siente que Eduardo le estaría diciendo: “Che, Huguito, homenaje, ¿qué es eso?”, y prefirió hablar de celebración de su obra. “Me enteré de dónde venía la palabra ‘recuerdo’ gracias a él, porque creo que fue en El libro de los abrazos que Eduardo pone que recuerdo viene del latín, de la palabra ‘recordari’, y que significa volver a pasar por el corazón. Eso es lo que siente Página/12 en este momento: la necesidad de volver a pasar por el corazón a Eduardo Galeano.
El formó parte de la vida de muchos de nosotros, hasta de los más jóvenes porque a través de sus libros siempre está presente”. Soriani compartió un puñado de anécdotas. En 1971, cuando salió la primera edición de Las venas…, él cursaba quinto año en la escuela Hipólito Vieytes. En una clase de merceología lo encontraron leyendo el libro de Galeano. “Me hicieron un parte de amonestaciones que aún recuerdo y creo que mi madre lo debe haber guardado en algún lugar muy emocionada, porque el parte decía: ‘Se sanciona con cinco amonestaciones a Hugo Soriani por estar leyendo un libro ajeno a la materia y ajeno a los programas de estudio de esta escuela’. Cuando llevé el parte a casa, no podían creer que me amonestaban por leer libros, así que más o menos me felicitaron”.
El momento más conmovedor llegó cuando Soriani mostró un cuaderno Arte, “ajadito, gastadito”, como diría Eduardo, con textos copiados a mano por los presos políticos. “En la carátula dice pabellón 9 alto, celda número 15, cárcel de Magdalena, año 1975, y tiene un sello, una R en rojo, que quería decir que había pasado por la requisa, que estaba autorizado. Íbamos copiando las cosas que nos gustaban de los libros, sospechando que después no los íbamos a tener más para leerlos. Este cuaderno tiene copiados párrafos enteros de Las venas… y tiene un cuento, que ni sabía que existía, que es un texto que escribió Luis Scafati, que se llama ‘Barrio viejo’. O sea que tantos años después, en lo personal, y en representación de los compañeros que estuvieron en las cárceles conmigo, volvemos a juntar a Eduardo Galeano y a Luis Scafati.
La verdad es que me emocionó mucho la historia”, confesó, y recordó que cada vez que el escritor uruguayo venía a Buenos Aires, él con Ernesto Tiffenberg y Jorge Prim iban a cenar juntos. “Era un placer escuchar sus anécdotas, tenía una capacidad muy grande para desacralizarse a sí mismo, para reírse se sí mismo, para decir que Helena, su compañera de tantísimos años, era la que lo corregía permanentemente y la culpable de la belleza de sus textos. Porque él decía que Helena sabe separar ‘las piedras de las lentejas’”, evocó. “Eduardo era un rock star: juntaba multitudes en todos los escenarios, hacía giras como los Rolling Stone, con la diferencia que él era solista, y leía sus textos y tenía a los auditorios hipnotizados durante horas. Eduardo levantaba ese tipo de pasiones”, comparó Soriani, y advirtió la importancia que tiene reeditar la obra de Galeano en un momento en que las democracias están amenazadas en Paraguay, en Brasil y en Venezuela.
Para terminar agradeció la presencia de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo: “Si ellas no hubieran resistido ayer, muchos de nosotros quizás hoy no podríamos estar acá”.
Carlos Díaz reconoció que Página/12 forma parte de su vida y que Galeano marcó su carrera como editor. “Eduardo fue un tipo irreverente, divertido, un gran conversador. El cultivaba apasionadamente la amistad y decía que podía trabajar solamente con amigos. Odiaba la solemnidad, el palabrear, eso de hablar de más, de ser redundante, de excederse en el elogio. No quiero hablar de él como si fuera una estatua de mármol, porque era muy difícil no encariñarse con él y no adorarlo”, reconoció su editor. “Eduardo tenía la misma estrategia de los Redonditos de Ricota.
Una vez me llamó una periodista de Clarín que quería hacerle una nota importante. Hablé con Eduardo y me dijo que no, que estaba muy ocupado, que era un lío esos días. A las pocas semanas, voy caminando por la calle Corrientes y veo la cara de Eduardo en la tapa de Sudestada, una revista autogestionada muy linda. La nota empezaba diciendo ‘Eduardo nos recibió en su casa y estuvimos cuatro horas’.
El tipo era más feliz dándole una nota a los chicos de Sudestada que a un gran medio”.
Luis Scafati agradeció por la invitación para ilustrar la obra de Galeano. “Yo soy un ilustrador, o sea lo que puedo decir es muy poco porque lo mío es la imagen. Este proyecto que tiene mucho que ver con mi vida porque en un momento, allá por los 70, Las venas… era nuestra Biblia. Si alguien me hubiera dicho que algún día la iba a ilustrar, me hubiera parecido increíble”, reconoció “Fati”, como lo llaman en el ambiente del dibujo y la ilustración. “Muchos libros que fueron importantes en mi vida en lecturas posteriores se desinflaron. No fue este caso. Las venas… es actual; es el mismo argumento que usa el liberalismo aplicado desde la colonia. Me tengo que estar cuidando porque salen a borbotones dibujos que son duros. Es lo que me da el texto, es un texto duro. Me hace feliz que el público sea la gente joven, sobre todo en este momento en que acceder a un libro es difícil porque un libro es caro”, redondeó Scafati.
Si la mesa ya había instalado la emoción en la sala Caras y Caretas, la actuación y las palabras de Gieco, que engarzaban con las lecturas de fragmentos de Las venas... a cargo de Peleritti, Banegas, Romano y Carlotto, la multiplicaron. “Es un honor para mí que se hayan acordado de uno de los pocos que quedan cantando estas canciones. Yo estoy esperando que mucha juventud lo haga. Como todavía no arrancaron, uno tiene que seguir laburando”, bromeó el músico y contó que tuvo la suerte de ver un par de veces a Galeano en Uruguay. “Una vez lo invité a un recital y fue con su mujer. Otro día, también en Uruguay, hicimos un programa muy importante. Estaban (Daniel) Viglietti, el Negro (Rubén) Rada, Galeano, Mario Benedetti y yo. En el ‘92 compuse una canción en la que lo menciono que dice ‘compramos el Página, leemos a Galeano, cantamos con la Negra, y escuchamos Víctor Jara’. Me acuerdo de que Benedetti me dijo: ‘¡qué buena carta de presentación!’. Después de tantos años que pasaron, ninguno de los tres nos defraudamos: ni Página/12 ni Galeano ni creo que yo tampoco, ¿no? Podría haber pasado que mi agencia de actuaciones o mi manager sea (Darío) Lopérfido. Pero no pasó, zafé.” El apellido del ministro de Cultura de la ciudad provocó carcajadas y silbatina. “Como ninguno de los tres los defraudamos, seguimos festejando, comprando Página, leyendo a Galeano.
Con la Negra no podemos cantar, pero vamos a seguir cantando y a seguir escuchando a Víctor Jara”, concluyó Gieco antes de empezar a cantar. Después se sucedieron lecturas y canciones sabiamente elegidas para ilustrar los textos y elevar la emoción y los sentimientos compartidos.
La última fue “Como la cigarra”, de María Elena Walsh, (“una canción pesimista y optimista a la vez, como para estos tiempos” la definió Gieco), en la que compartieron el escenario todos los artistas junto a Madres y Abuelas de Plazas de Mayo que subieron a compartir los abrazos.
Fuente : Página 12.