9.6.23

"Lenguaje sentipensante".

"La cuerda cortada puede volver a anudarse,
vuelve a aguantar, pero
está cortada."

Bertolt Brecht.

 "Fue una palabra que aprendí en la costa colombiana. 

La decían los pescadores y yo pensé: 

“Este es el lenguaje que dice la  verdad, 


el que siente y piensa al mismo tiempo,

 el que ata lo desatado, 

como por ejemplo la emoción y la razón que han sido desatadas 

por el sistema que nos fractura”.


Eduardo Galeano.
Entrevista de Felipe Pigna.
" Caras y Caretas".

8.6.23

" Las reglas "

 


Chema jugaba con la pelota, la pelota jugaba con Chema, la pelota era un mundo de colores y el mundo volaba, libre y loco, flotaba en el aire, rebotaba donde quería, picaba para aquí, saltaba para allá, de brinco en brinco: llegó la madre y mandó a parar.

Maya López atrapó la pelota y la guardó bajo llave, dijo que Chema era un peligro para los muebles, para la casa, para el barrio y para la Ciudad de México y lo obligó a ponerse los zapatos, a sentarse como es debido y a hacer las tareas para la escuela.

 

-Las reglas son las reglas -dijo.

Chema alzó la cabeza:

-Yo también tengo mis reglas -dijo.

 Y dijo que, en su opinión, una buena madre debía obedecer las reglas de su hijo:

 - Que me dejes jugar todo lo que quiera, 

que me dejes andar descalzo,

 que no me mandes a la escuela ni a nada parecido, 

que no me obligues a dormir temprano

 y que cada día nos mudemos de casa.

Y mirando el techo, como quien no quiere la cosa, agregó:

 

-Y que seas mi novia."


EDUARDO  GALEANO.

Memorias.

 

"Los esclavos trajeron a las Américas palabras que anuncian :
"La hierba seca incendiará la hierba húmeda"

Los esclavos también trajeron, desde África , la antigua certeza de que todos tenemos dos memorias.

Una memoria, la memoria individual , vulnerable al tiempo y a la pasión , condenada como nosotros , a morir.
Y otra memoria , la memoria colectiva , destinada , como nosotros, a sobrevivir."

 Eduardo Galeano

6.6.23

" La revelación."

 

"Cuando Ricardo Marchini cumplió diez años de edad, sintió que la hora de la verdad había llegado.

--Vamos, Leo --dijo--. Tenemos que hablar.

Y se marcharon, calle arriba, los dos. Anduvieron un buen rato por el barrio Saavedra, dando vueltas, en silencio. Leonardo se detenía mucho, como tenía costumbre, y después apuraba el paso para alcanzar a Ricardo, que caminaba con las manos en los bolsillos y el ceño fruncido.

Al llegar a la plaza, Ricardo se sentó. Tragó saliva. Apretó la cara de Leonardo entre las manos y, mirándolo a los ojos, largó el chorro.

-Mirá Leo perdoná que te lo diga pero vos no sos hijo de papá y mamá, es mejor que lo sepas Leo, que a vos te recogieron de la calle.

Suspiró hondo:

-Tenía que decírtelo, Leo.

Leonardo había sido encontrado, cuando era muy chiquito, dentro de una bolsa negra de basura, pero Ricardo prefirió ahorrarle esos detalles.

Entonces, regresaron a casa.

 Ricardo iba silbando, Leonardo meneaba el rabo, saludando a los amigos: los vecinos lo querían, porque él era marrón y blanco, como el Platense, el club de fútbol del barrio, que casi nunca ganaba.

EDUARDO  GALEANO.