2.6.23

" La tiza."

A contra corazón, sin alegría, cumplía la tiza su trabajo de cada día 

 en una escuela de Praga.

Sufría la tiza, gemía.

 Chillando hacía lo que debía: la maestra la obligaba a dibujar,

 en el pizarrón, palabras despedazadas en sílabas, 

acribilladas de acentos, y números ordenados como soldaditos en fila.

Mientras los niños crecían, la tiza encogía. 

Poquito cuerpo le quedaba, cuando la maestra

 la tiró al cesto de la basura.

La tiza despertó, un rato después, 

en el fondo del bolsillo de uno de los alumnos.

Ese niño se sentó, en plena calle, y dibujó sobre el asfalto.

 Con aquel último resto de tiza, el niño dibujó el viento.

 Y la tiza, feliz, ni se dio cuenta de que se desvanecía para siempre.


EDUARDO  GALEANO.

"Todos somos uno."

 

La familia no tiene fronteras, explica Sobonfu Somé, del pueblo dagara:

"Nuestros niños tienen muchas madres y muchos padres.

 Tantos como ellos quieran.

Y los espíritus ancestrales, los que te ayudan a caminar,
 
son los muchos abuelos que cada uno tiene. 

Tantos como quieras."

Eduardo Galeano
Fuente :"Espejos".

31.5.23

" El bautismo."

"Lastima, bandoneón,
mi corazón
tu ronca maldición maleva...
Tu lágrima de ron
me lleva
hasta el hondo bajo fondo
donde el barro se subleva."


Cátulo Castillo.
-"La última curda." -

El agua más fría del cielo bombardeó Buenos Aires aquella tarde de invierno de 1906.

A las cinco en punto, en pleno diluvio, lluviazón, helazón, nació un niño en la calle Castro.

 El padre arrancó al niño de los brazos de la madre, se lo llevó a la azotea y lo alzó, desnudito, ante la lluvia feroz. Y a la luz de los relámpagos lo ofreció a la lluvia, gritando a pleno pulmón, voz de trueno entre los truenos.

-¡Hijo mío, que las aguas del cielo te bendigan!

El recién nacido se pescó tremenda pulmonía. Pasó cuatro meses de mal en peor. Y cuando ya lo daban por muerto, se salvó.

También se salvó de llamarse descanso dominical.

 El padre, un anarquista pobre y poeta, siempre perseguido por la policía

 y por los acreedores, quiso llamarlo así en homenaje a esa reciente

 conquista obrera, pero el Registro Civil no le aceptó el nombre.

 Entonces se reunieron los amigos, anarquistas pobres y poetas, 

siempre perseguidos por la policía y por los acreedores,

y discutieron el asunto.

 Y fueron ellos quienes decidieron que se llamaría Cátulo.

 Cátulo Castillo, el niño que unos cuantos años después 

fue capaz de inventar "La última curda"

 y otros tangos de esos que son para escuchar de pie, sombrero en mano.


EDUARDO GALEANO.

Identidad.

"Aunque quede ridículo que lo diga, 

uno siempre anda buscando los orígenes: ¡nuestra identidad!." 

Osvaldo Soriano.


 "La identidad no tiene que ver

 con las partidas de nacimiento ,

tiene que ver sobre todo con los lugares,

 las personas,

 los valores. "


EDUARDO  GALEANO. 

Entrevista