El dios de los cristianos, dios de mi infancia, no hace el amor.
Es quizá el único dios que nunca a hecho el amor entre todos los dioses de todas las religiones de este mundo.
Cada vez que lo pienso siento pena por él y entonces le perdono que haya sido mi super papá castigador, el jefe de policía del universo, y pienso que al fin y al cabo dios también supo ser mi amigo cuando en aquellos viejos tiempos yo creía en él y creía que él creía en mí.
Y a veces hasta me parece escuchar sus melancólicas confidencias, como si al oído me dijera: «Lástima que Adán fuera tan bruto, lástima que Eva fuera tan sorda y lástima que yo no supe hacerme entender.
Ellos creyeron que un pecado merece castigo, si es original.
Dije que peca quien desama y entendieron que peca quien ama.
Donde anuncié praderas de fiestas escucharon valle de lágrimas.
Dije que era el dolor la sal que daba gustito a la vida, a la aventura humana y entendieron que yo los estaba condenando al otorgarles la gloria de ser mortales y loquitos».
EDUARDO GALEANO