11.3.16

La florista

“La mayor parte de la gente en la ciudad corre tanto,
 que no tiene tiempo de mirar flores. "

“Si uno mira detenidamente una flor, 
tiene todo el mundo delante suyo”
Georgia O’Keeffe

Georgia O’Keeffe vivió pintando, durante casi un siglo, y pintando murió.
Sus cuadros alzaron un jardín en la soledad del desierto. Las flores de Georgia, clítoris, vulvas, vaginas, pezones, ombligos, eran los cálices de una misa de acción de gracias por la alegría de haber nacido mujer.
Eduardo Galeano.

Dávalos.

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En 1887 nació, en Salta, el hombre que fue Salta:
Juan Carlos Dávalos, fundador de una dinastía de músicos y poetas.
Según dicen los decires, él fue el primer tripulante de un Ford T, el Ford a bigote, en aquellas comarcas del norte argentino.
Por los caminos venía su Ford T, roncando y humeando.
 Lento, venía. 
Las tortugas se sentaban a esperarlo.
Algún vecino se acercó. 
Preocupado saludó, comentó:
–Pero don Dávalos... A este paso, no va a llegar nunca.
Y él aclaró:
–Yo no viajo por llegar. Viajo por ir.
Eduardo Galeano 
Fuente : "Los hijos de los días".

"El cantor."

Cuando Alfredo Zitarrosa murió en Montevideo, su amigo Juceca subió con él hasta los portones del Paraíso, por no dejarlo solo en esos trámites. 


Y cuando volvió, nos contó lo que había escuchado. 

San Pedro preguntó nombre, edad, oficio. 

- Cantor - dijo Alfredo. 

El portero quiso saber: cantor de qué. 

- Milongas - dijo Alfredo. 

San Pedro no conocía. Lo picó la curiosidad, y mandó: 

-Cante. 

Y Alfredo cantó. Una milonga, dos, cien. 

San Pedro quería que aquello no acabara nunca. 

La voz de Alfredo, que tanto había hecho vibrar los suelos, estaba haciendo vibrar los cielos. 

Entonces Dios, que andaba por ahí pastoreando nubes, paró la oreja. 

Y ésa fue la única vez que Dios no supo quién era Dios. 

EDUARDO GALEANO

"La urgencia de llegar".

"¿Tiene Ud. tiempo para la belleza?"
Una mañana del año 2007, un violinista ofreció un concierto en una estación de metro de la ciudad de Washington.
Apoyado contra la pared, junto a un tacho de basura, el músico, que más parecía un muchacho de barrio, tocó obras de Schubert y otros clásicos, durante tres cuartos de hora.
Mil cien personas pasaron sin detener su apurado camino.
 Siete se detuvieron durante algo más que un instante.
 Nadie aplaudió.
 Hubo niños que quisieron quedarse, pero fueron arrastrados por sus madres.
Nadie sabía que él era Joshua Bell, uno de los virtuosos más cotizados y admirados del mundo.
El diario The Washington Post había organizado este concierto.
 Fue su manera de preguntar:
—¿Tiene usted tiempo para la belleza?
Eduardo  Galeano


"Distancias."

El termómetro marcó 60 grados en Santiago del Estero
Santiago del Estero
Tosiendo marchaba el coche. 
Y a los tumbos, apilados dentro del coche, viajaban unos músicos. 
Ellos iban a alegrar una reunión de campesinos, pero ya llevaban un largo rato perdidos en los hirvientes caminos de Santiago del Estero.
Los despistados no tenían a quién preguntar. Nadie había, nadie quedaba, en aquellos desiertos que habían sido bosques.
Y de pronto apareció, en una nube de polvo, una niña en bicicleta.
–¿Cuánto falta? –preguntaron.
Y ella dijo:
–Falta menos.
Y en el polvo se fue.
Eduardo Galeano

9.3.16

El cine.

GERALDINE ESTABA EMPEZANDO a trabajar en una película, en una aldea perdida en las montañas de Turquía. 
La primera tarde, salió a caminar.
 No había nadie, casi nadie, en las calles.
 Pocos hombres, mujer ninguna.
 Pero a la vuelta de una esquina se topó, de sopetón, con un enjambre de muchachos. 
Geraldine miró a los costados, miró hacia atrás: estaba cercada, no tenía escapatoria.
 La garganta se negó a gritar.
 Sin palabras, ofreció lo que tenía: el reloj, el dinero. 
Con gestos, los muchachos le dijeron que no, que no era eso. 
Y hablando en algo más o menos parecido al inglés, le preguntaron si de veras ella era la hija de Chaplin. 
Geraldine, atónita, asintió. 
Y recién entonces advirtió que los muchachos se habían pintado bigotitos de carbón. 
Y empezó la función. 
Y todos fueron él.

Eduardo Galeano

¡Hasta la victoria, Maestro! - Alicia Susana Gómez -

ANTE LA PARTIDA DE EDUARDO GALEANO

article icon¡Hasta la victoria, Maestro!

Galeano1
(APL) Dicen que Galeano partió, vaya a saber adónde, a cuántos sitios, aunque es seguro que también está entre nosotros, porque su vida ha penetrado las venas del alma de América y el Mundo y, ciertamente, la suya estará libre de cuerpo para adentrarse en el revés de las realidades y continuar las luchas de los nobles de espíritu como lo hizo siempre. Muchas y valiosas han sido las razones que impulsaron su hacer. Para uno de los temas centrales de nuestra agencia, elegimos algunos de sus aportes como homenaje de eterna gratitud. “Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo: unos no duermen por la ansiedad de tener las cosas que no tienen, y otros no duermen por el pánico de perder las cosas que tienen”, expresó el maestro sobre los diversos barrotes. Hasta la victoria, siempre.
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El susto .

 "Para recuperar el alma
hay que perder el miedo."
Galeano

CASI LA TRAGA el río.
 Eufrosina Martínez estaba lavando ropa, cuando la atrapó la correntada y la arrastró.
 Ella salvó la vida, después de mucho manotear entre las rocas; pero perdió el alma.
 El susto se la llevó: el alma, espantada, se fue en el agua. 
Desde entonces, el cuerpo desalmado de Eufrosina ya no pudo moverse, dejó de comer, no consiguió dormir, y ya no supo distinguir la noche del día. 
La sanó un curandero de la sierra de Puebla.
 Cuando el alma le volvió al cuerpo, ella nació de nuevo.
 El cuerpo y el alma volvieron a encontrarse, fueron cuerpalma, fueron almuerpo, y Eufrosina se levantó y volvió a caminar sobre este mundo que a veces te voltea como un río furioso bajo los pies. 
El ritual de la sanación fue largo y secreto.
 Nunca se supo. Pero el curandero dijo: 
-Para que vuelva el alma perdida, hay que perder el miedo.

EDUARDO GALEANO.

7.3.16

"Frida"

1929. Ciudad de México .
Tina Modotti no está sola frente a sus inquisidores. La acompañan, de un brazo y del otro, sus camaradas Diego Rivera y Frida Kahlo: el inmenso buda pintor y su pequeña Frida, pintora también, la mejor amiga de Tina, que parece una misteriosa princesa de Oriente pero dice más palabrotas y bebe más tequila que un mariachi de Jalisco.
Frida ríe a carcajadas y pinta espléndidas telas al óleo desde el día en que fue condenada al dolor incesante.
El primer dolor ocurrió allá lejos, en la infancia, cuando sus padres la disfrazaron de ángel y ella quiso volar con alas de paja; pero el dolor de nunca acabar llegó por un accidente en la calle, cuando un fierro de tranvía se le clavó en el cuerpo de lado a lado, como una lanza, y le trituró los huesos. Desde entonces ella es un dolor que sobrevive. La han operado, en vano, muchas veces; y en la cama del hospital empezó a pintar sus autorretratos, que son desesperados homenajes a la vida que le queda.

EDUARDO  GALEANO.
Fuente : " Mujeres".

"Las madres de Plaza de Mayo"

1977. Buenos Aires.

Las madres de Plaza de Mayo, mujeres paridas por sus hijos, son el coro griego de esta tragedia. Enarbolando las fotos de sus desaparecidos, dan vueltas y vueltas a la pirámide, ante la rosada casa de gobierno, con la misma obstinación con que peregrinan por cuarteles y comisarías y sacristías, secas de tanto llorar, desesperadas de tanto esperar a los que estaban y ya no están, o quizás siguen estando, o quién sabe:
–Me despierto y siento que está vivo –dice una, dicen todas–. Me voy desinflando mientras pasa la mañana. Se me muere al mediodía. Resucita en la tarde. Entonces vuelvo a creer que llegará y pongo un plato para él en la mesa, pero se vuelve a morir y a la noche me caigo dormida sin esperanza. Me despierto y siento que está vivo...

Las llaman locas. Normalmente no se habla de ellas. 
Normalizada la situación, el dólar está barato y cierta gente también. 
Los poetas locos van al muere y los poetas normales besan la espada y cometen elogios y silencios.
 Con toda normalidad el ministro de Economía caza leones y jirafas en la selva africana y los generales cazan obreros en los suburbios de Buenos Aires.
 Nuevas normas de lenguaje obligan a llamar Proceso de Reorganización Nacional a la dictadura militar.

EDUARDO  GALEANO.
Fuente : " Mujeres".

Juana.

Como Teresa de Ávila, Juana Inés de la Cruz se hizo monja para evitar la jaula del matrimonio.
Pero también en el convento su talento ofendía.
¿Tenía cerebro de hombre esta cabeza de mujer? ¿Por qué escribía con letra de hombre? ¿Para qué quería pensar, si guisaba tan bien? Y ella, burlona, respondía:
–¿Qué podemos saber las mujeres, sino filosofías de cocina?
Como Teresa, Juana escribía, aunque ya el sacerdote Gaspar de Astete había advertido que a la
doncella cristiana no le es necesario saber escribir, y le puede ser dañoso.
Como Teresa, Juana no sólo escribía, sino que, para más escándalo, escribía indudablemente bien. En siglos diferentes, y en diferentes orillas de la misma mar, Juana, la mexicana, y Teresa, la española, defendían por hablado y por escrito a la despreciada mitad del mundo.
Como Teresa, Juana fue amenazada por la Inquisición. Y la Iglesia, su Iglesia, la persiguió, por
cantar a lo humano tanto o más que a lo divino, y por obedecer poco y preguntar demasiado.
Con sangre, y no con tinta, Juana firmó su arrepentimiento. Y juró por siempre silencio. Y muda murió.

EDUARDO GALEANO
FUENTE : " MUJERES"