Mitra, madre del sol y del agua y de todas las fuentes de la vida,
fue diosa desde que nació.
Cuando llegó a la India, desde Babilonia o Persia,
la diosa tuvo que hacerse dios.
Unos cuantos añitos han pasado desde la llegada de Mitra
y todavía las mujeres no son muy bienvenidas en la India.
Hay menos mujeres que hombres.
En algunas regiones, ocho por cada diez hombres.
Son muchas las que no culminan el viaje, porque mueren
en el vientre de la madre, y muchas más las que son asfixiadas al nacer.
Más vale prevenir que curar, y las hay muy peligrosas,
según advierte uno de los libros sagrados
de la tradición hindú: —Una mujer lasciva es el veneno,
es la serpiente y es la muerte, todo en una.
También hay virtuosas, aunque las buenas costumbres
se están perdiendo.
La tradición manda que las viudas se arrojen a la hoguera
donde arde el marido muerto,
pero ya quedan pocas dispuestas a cumplir esa orden,
si es que alguna queda.
Durante siglos o milenios las hubo, y muchas.
En cambio, no se conoce, ni se conoció nunca,
en toda la historia de la India, ningún caso de un marido que se haya
zambullido en la pira de su difunta mujer.
EDUARDO GALEANO.