¿Sin nada? ¿Sin nada de nada?
En 1996, el diputado alemán Winfried Wolf, que llevaba unos cuantos días en Haití, consultó las estadísticas internacionales. Había escuchado una y mil veces que Haití es un país superpoblado. Le sorprendió descubrir que Alemania está casi tan superpoblada como Haití. Pero admitió: "Sí, Haití está superpoblado
de artistas".
Winfried recorría los mercados sin cansarse nunca de tanto admirar las creaciones del arte popular de este país. Las haitianas y los haitianos tienen manos magas, que revuelven la basura y de la basura sacan fierros viejos, cristales rotos, maderas gastadas, cosas que parecen muertas, y esas escultoras y escultores les dan vida y alegría.
Haití es un país arrojado a la basura, tierra despreciada, tierra castigada, que ahora parece, después del terremoto, más muerta que nunca. ¿Le quedarán manos magas, capaces de resucitarla?
Uno de los sobrevivientes, que perdió a su mujer, a sus hijos, su casa, su todo, respondió a la pregunta de un periodista: "¿Y ahora? Ahora lloro. Todas las noches lloro. Aquí, en la plaza donde duermo, lloro. Y después me levanto y camino. No sé adónde. Camino. Sigo. Busco la vida. No me preguntes por qué".
Eduardo Galeano