9.12.16

Fidel.

Sus enemigos dicen que fue rey sin corona y que confundía la unidad
 con la unanimidad.
Y en eso sus enemigos tienen razón.
Sus enemigos dicen que si Napoleón hubiera tenido un diario 
como el “Granmma”, ningún francés se habría enterado del desastre 
de Waterloo.
Y en eso sus enemigos tienen razón.
Sus enemigos dicen que ejerció el poder hablando mucho y
 escuchando poco, porque estaba más acostumbrado
 a los ecos que a las voces.
Y en eso sus enemigos tienen razón.
Pero sus enemigos no dicen que no fue por posar para la Historia
 que puso el pecho a las balas cuando vino la invasión, que enfrentó a
 los huracanes de igual a igual, de huracán a huracán,
 que sobrevivió a 637 atentados, que su contagiosa energía 
fue decisiva para convertir una colonia en patria, 
y que no fue por hechizo de Mandinga ni por milagro de Dios
 que esa nueva patria pudo sobrevivir a diez presidentes
 de los estados unidos, que tenían puesta la servilleta
 para almorzarla con cuchillo y tenedor.
Y sus enemigo no dicen que Cuba es un raro país 
que no compite en la copa mundial del felpudo.
Y no dicen que esta revolución, crecida en el castigo,
 es lo que pudo ser y no lo que quiso ser.
 Ni dicen en gran medida el muro entre el deseo y la realidad
 fue haciéndose mas alto y mas ancho gracias al bloqueo imperial,
 que ahogó el desarrollo de una democracia a la cubana, 
obligó a la militarización de la sociedad y otorgó a la burocracia,
 que para cada solución tiene un problema,
 las coartadas que necesita
 para justificarse y perpetuarse.
Y no dicen que a pesar de todos los pesares,
 a pesar de las agresiones de afuera
 y de las arbitrariedades de adentro,
 esta isla sufrida pero porfiadamente alegre
 ha generado la sociedad latinoamericana menos injusta.
Y sus enemigos no dicen que esa hazaña fue obra 
del sacrificio de su pueblo,
 pero también fue obra de la tozuda voluntad 
y el anticuado sentido del honor
 de este caballero que siempre 
se batió por los perdedores,
 como aquel famoso colega suyo de los campos de Castilla.


 Eduardo Galeano.
“Espejos”(una historia casi universal)

Huillca.

“A veces, se me da por sentir que la alegría es un delito de alta traición, 
y que soy culpable del privilegio de seguir vivo y libre. 
Entonces me hace bien recordar lo que dijo el cacique Huillca, en el Perú,
 hablando ante las ruinas:
´´- ‘Aquí llegaron. Rompieron hasta las piedras.
 Querían hacernos desaparecer.
 Pero no lo han conseguido, porque estamos vivos’.
 Y pienso que Huillca tenía razón.
 Estar vivos: una pequeña victoria.
 Estar vivos, o sea: capaces de alegría,
 a pesar de los adioses y los crímenes”.

Eduardo Galeano .
De : " Días y noches de amor y de guerra."