“Yo vine para evangelizar a los indios, pero terminé evangelizado por ellos”.
contó alguna vez Samuel Ruiz García.
Las comunidades lo llamaban “el obispo de los pobres y de los pueblos originarios”.
En 1959 llegó el nuevo obispo a Chiapas. Samuel Ruiz era un joven horrorizado por el peligro comunista, que amenazaba la libertad.
Fernando Benítez lo entrevistó. Cuando Fernando le comentó que no merecía llamarse libertad el derecho de humillar al prójimo, el obispo lo echó.
Don Samuel dedicó los primeros tiempos de obispo a predicar resignación cristiana a los indios condenados a la obediencia esclava. Pero pasaron los años, y la realidad habló y enseñó, y don Samuel supo escuchar.
Y al cabo de medio siglo de obispado, se convirtió en el brazo religioso de la insurrección zapatista.
Los nativos lo llamaban el Obispo de los Pobres, el heredero de fray Bartolomé de Las Casas.
Cuando la Iglesia lo trasladó, don Samuel dijo adiós a Chiapas, y llevó consigo el abrazo de los mayas:
—Gracias —le dijeron. -Ya no caminamos encorvados.
Eduardo Galeano.
De : " Amares."
Como obispo de la diócesis de Chiapas, Samuel Ruiz desarrolló una intensa acción a través del Comité de Solidaridad con los pueblos de América latina, iniciando viajes a diversos países, con grupos, y movimientos sociales cristianos y no cristianos. Una de sus intervenciones más conocidas fue en favor de los miles de guatemaltecos que huyeron hacia México a fines de los ’90 y principios de los ’80 para evitar ser masacrados por el ejército de aquel país y sus escuadrones de la muerte, conocidos como kaibiles.
Su activismo venía de antiguo. En agosto de 1976, apenas unos días después del asesinato del obispo de la Rioja, monseñor Enrique Angelelli, por la dictadura militar argentina, participa en el Encuentro de Obispos Latinoamericanos celebrado en Riobamba, Ecuador, y es detenido por la dictadura militar de ese país junto con otros 20 obispos, sacerdotes, teólogos y asesores, entre quienes se encontraba Adolfo Pérez Esquivel. Veinticinco años después de ese episodio, el hoy Nobel de la Paz argentino presentó la candidatura del obispo mexicano al mismo premio.
El 16 de septiembre de 2001, en coincidencia con un aniversario de la independencia de México, Pérez Esquivel ofreció un discurso laudatorio sobre Samuel Ruiz en el Centro de Derechos Humanos de Nuremberg, que le otorgó ese año su Premio Internacional de Derechos Humanos, uno de los tantos que recibió el obispo emérito de Chiapas.
Pérez Esquivel dijo entonces que Samuel Ruiz era una de las “voces proféticas que anuncian y denuncian la situación de violencia e injusticias que vive la mayoría de los pueblos latinoamericanos. Son las voces de los desposeídos, los sin voz que van recuperando su protagonismo histórico, el sentido de vida, de dignidad y esperanza en que es posible construir un mundo más justo y humano para todos”.