" Galeano, un frondoso árbol bajo cuya sombra fresca
"la masa se levanta y el gran pan se eleva”."
Jorge Castañeda
Conservo algunas cartas ya amarillentas por el paso de los años de puño y letra de Eduardo Galeano cuando era director de la emblemática revista "Crisis”, publicación que supo mantener la dignidad en aquellos años de plomo de la dictadura y que ofrecía un espacio abierto a todas las utopías. Era una forma de resistir con entereza en aquellos años tristes donde la vida "valía menos que el orín de los perros”.
La literatura de Galeano es una de las más claras y representativas de América Latina. Sus viñetas son como los murales de los maestros mexicanos interpelando constantemente al lector con una mirada diferente sobre la historia del continente y sus actores. Pero siempre el protagonista de sus libros será el pueblo, ese pueblo anónimo y mestizo al decir de Rubén de Darío que todavía resiste, sueña y "habla en español”. Esa América Latina que Galeano mostró doliente y sufrida con sus venas abiertas y que aún espera tiempos mejores.
En su literatura la verdadera historia la escriben los pueblos, la gente. Con sus penas y sus alegrías, su sufrimiento, su pobreza, su simplicidad de corazón. Y en los libros de Galeano los personajes son de carne y hueso: los indios, los obreros, los negros, los comunistas, los artesanos, los desclasados, los deportistas, los homosexuales, los pobres de toda pobreza. Y también los otros: los tiranos, los dictadores, los genocidas, los de "mala entraña”, los arrogantes y tantos otros perversos a los que les puso apodos, nombres y apellidos. Para ejemplo, para que la historia también los recuerde y para que los hombres y mujeres de buena voluntad estén alertas para resistirlos y denunciarlos cuando traten de aparecer otra vez.
Poco tiempo tuvo Eduardo Galeano para escribir novelas o cuentos. La vida no le concedió tregua ni cuarteles de invierno. Unas pocas líneas le sirvieron para detenerse en un momento doloroso o feliz de nuestra historia. Lo demás le sobraba, porque en esas pocas palabras decía todo lo que había que decir. Y su poder de síntesis era de admirar. Nunca le puso adornos de miriñaque a sus textos. Su prosa es directa, clara, vehículo por excelencia de la idea que quería transmitir. Si la suya es literatura "comprometida” lo es solamente con la dignidad de todos los hombres, que es el mayor compromiso que se pueda tener, sobre todos los otros que son menores y subalternos.
La Red Internacional de Escritores por la Tierra que recientemente me ha designado como Miembro de la misma, en un comunicado expresa lo siguiente: "Desde hoy, el mundo es un lugar menos mágico. Y es que ha muerto Eduardo Galeano, una de las mejores plumas que ha dado América del Sur en el último siglo. Escritor y periodista es uno de los autores que han marcado un antes y un después. En la Red Internacional de Escritores por la Tierra estamos especialmente tristes, porque desde nuestro nacimiento habíamos mantenido una afectuosa relación con Galeano.
No en vano, era uno de los doce miembros del Comité Honorífico de la RIET, que desgraciadamente perdió a otro de sus miembros hace algo más de un año: Ana María Matute. Cosas de la vida. Galeano se despide de nosotros el mismo día en que lo hace otro genio de la literatura: el alemán Günter Grass. Mal día para los amantes de la literatura y para la humanidad en general”.
"Desde hoy, el mundo es un lugar menos mágico. Pero no desperdiciemos el tiempo lamentándonos. Dejemos de balbucear, limpiémonos las lágrimas y aprovechemos el tiempo perdido para volver a leer al maestro Galeano, para volver a empaparnos de su sabiduría, para aprender a mirar la realidad bajo su prisma. Los escritores nunca mueren, porque sus palabras siempre estarán ahí. Hoy es un día triste, pero no lo es tanto si pensamos que el uruguayo va a estar a su manera, siempre con todos. Jamás le olvidaremos”.
"Honda raíz –escribió Eduardo Galeano- florida ramazón; clavado en el centro del mundo se alza un árbol sin espinas, un árbol de esos que saben darse a los pájaros. El árbol de la vida sabe que jamás cesará, pase lo que pase. Por mucha muerte que venga, por mucha sangre que corra, los hombres y las mujeres serán por la música bailados a su alrededor mientras sean por el aire respirados y por la tierra arados y amados”.
Y eso fue Eduardo Galeano, un frondoso árbol bajo cuya sombra fresca "la masa se levanta y el gran pan se eleva”.
Jorge Castañeda
Escritor - Valcheta