19.5.17

" Martí." "Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz."

Paseaban el padre y el hijo por las calles floridas de La Habana,
 cuando se cruzaron con un señor flaquito, calvo, que caminaba
 como si estuviera llegando tarde.
Y el padre advirtió al hijo: -Ojo con ése. Es blanco por fuera,
 pero por dentro es negro.
 El hijo, Fernando Ortiz, tenía catorce años.
Tiempo después, Fernando iba a ser el hombre que supo rescatar,
 contra siglos de negación racista, las ocultas raíces
 negras de la cubanía.
Y aquel peligroso señor, el flaquito, el calvo, el que caminaba 
como si estuviera llegando tarde, se llamaba José Martí.
 Era hijo de españoles el más cubano de los cubanos,
 el que denunció:
-Éramos una máscara, con los calzones de Inglaterra, 
el chaleco parisiense, el chaquetón de Norteamérica 
y la montera de España.
Y repudió la falsa erudición llamada Civilización,
 y exigió: -Basta de togas y de charreteras,
 y comprobó:
 -Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz.
Poco después de aquel cruce en La Habana, 
Martí se echó al monte.
 Y estaba peleando por Cuba cuando,
 en plena batalla, una bala española lo volteó del caballo.
Eduardo  Galeano.

" Dicen las paredes..."

En Buenos Aires, en el puente de La Boca:
Todos prometen y nadie cumple. Vote por nadie.


En Caracas, en tiempos de crisis,
 a la entrada de uno de los barrios más pobres: 
Bienvenida, clase media.

En Bogotá, a la vuelta de la Universidad Nacional: 
Dios vive. 
Y debajo, con otra letra: De puro milagro.

Y también en Bogotá: Proletarios de todos los países, uníos!
Y debajo, con otra letra: (último aviso.)

EDUARDO GALEANO.
DE : " El libros de los abrazos."

18.5.17

" Hombre de color."


Querido hermano blanco:
Cuando yo nací, era negro
Cuando crecí, era negro
Cuando me da el sol, soy negro
Cuando estoy enfermo, soy negro
Cuando muera, seré negro.
Y mientras tanto tu:
Cuando naciste, eras rosado
Cuando creciste, fuiste blanco.
Cuando te da el sol, eres rojo
Cuando sientes frío, eres azul
Cuando sientes miedo, eres verde
Cuando estás enfermo, eres amarillo
Cuando mueras, serás gris.
Entonces: 
¿Cuál de nosotros dos es un hombre de color?

EDUARDO GALEANO
 De: "Los hijos de los dìas"

" Huellas digitales."


Yo nací y crecí bajo las estrellas de la Cruz del Sur.
 Vaya donde vaya, ellas me persiguen. 
Bajo la cruz del sur, cruz de fulgores, yo voy viviendo las estaciones de mi suerte. 

No tengo ningún dios.
 Si lo tuviera, le pediría que no me deje llegar a la muerte: no todavía.
 Mucho me falta andar.
 Hay lunas a las que todavía no ladré y soles en los que todavía no me incendié.
 Todavía no me sumergí en todos los mares de este mundo, que dicen que son siete, ni en todos los ríos del Paraíso, que dicen que son cuatro.

En Montevideo, hay un niño que explica: 
- Yo no quiero morirme nunca, porque quiero jugar siempre.

EDUARDO  GALEANO.
De: " El libro de los abrazos."

" Celebración del coraje."


Le pregunté si había visto un fusilamiento. Sí, había visto.
El Chino Heras había visto fusilar a un coronel, a fines de 1960, en el cuartel de La Caba
ña. Muchos verdugos habían actuado en la dictadura de Batista, malas bestias al servicio del dolor y de la muerte; y ese coronel era uno de los muy, era uno de los más.
Estábamos en mi habitación, en rueda de amigos, en un hotel de La Habana. El Chino contó que el coronel no había querido que le vendaran los ojos, y su última voluntad no había sido un cigarrillo: el coronel pidió que lo dejaran dirigir su propio fusilamiento.
 
El coronel gritó: 
¡Preparen! y gritó: ¡Apunten! Cuando iba a gritar: ¡Fuego! , a uno de los soldados se le trabó el cerrojo del arma.
Entonces el coronel interrumpió la ceremonia.
- Calma --dijo, ante la doble fila de hombres que debían matarlo.
Ellos estaban tan cerca que casi los podía tocar.
Calma . dijo -. No se pongan nerviosos.
Y mandó nuevamente preparar armas, y mandó apuntar, y cuando todo estuvo bien en orden, mandó disparar.
 Y cayó.
El Chino contó esta muerte del coronel, y nos quedamos callados.
Éramos unos cuantos en la habitación, y todos nos quedarnos callados.
Echada como una gata sobre la cama, había una muchacha vestida de rojo.
 No le recuerdo el nombre. Le recuerdo las piernas. Ella tampoco dijo nada.
Transcurrieron dos o tres botellas de ron y al final todo el mundo se fue a dormir.
 Ella también se fue. Antes de irse, desde la puerta entreabierta, miró al Chino, le sonrió y le agradeció:
 - Gracias - le dijo -. Yo no conocía los detalles. Gracias por contármelo.
Después supimos que aquel coronel era su padre.
Una muerte digna es siempre una buena historia para contar, aunque sea la muerte digna de un hijo de puta. Pero yo quise escribirla, y no pude. Pasó el tiempo y la olvidé.
De la muchacha, nunca más supe.

EDUARDO  GALEANO.
De: " El libros de los abrazos."

" Celebración del coraje." José Tohá.


Sergio Vuskovic me cuenta los últimos días de José Tohá.

- Se suicidó - dijo el general Pinochet.
El gobierno no puede garantizar la inmortalidad de nadie - escribió un periodista de la prensa oficial.
- Estaba flaco por los nervios - declaró el general Leigli.
Los generales chilenos lo odiaban. Tohá había sido ministro de Defensa del gobierno de Allende, y les conocía los secretos.
Lo tenían en un campo de concentración, en la isla de Dawson, al sur del sur.
Los prisioneros estaban condenados a trabajos forzados. Bajo la lluvia, metidos en el barro o en la nieve, los prisioneros cargaban piedras, alzaban muros, colocaban tuberías, clavaban postes y tendían alambradas de púas.

Tohá, que medía uno noventa, estaba pesando cincuenta kilos. En los Interrogatorios, se desmayaba. Lo interrogaban atado a una silla, con los ojos vendados. Cuando despertaba, no tenía fuerza para hablar, pero susurraba: 
- Óigame, oficial.

Susurraba.
- Arriba los pobres del mundo.
Ya llevaba algún tiempo tumbado en la barraca, cuando un día se levantó. Fue el último día que se levantó.
Hacía mucho frío, como siempre, pero había sol.
 Alguien le consiguió un café bien caliente y el negro Jorquera silbó, para él, un tango de Gardel, uno de aquellos viejos tangos que tanto le gustaban.
Las piernas le temblaban, y a cada paso se le doblaban las rodillas, pero Tohá bailó ese tango.
 Lo bailó con una escoba, iguales de flacos los dos, la escoba y él, él estrujando el palo de la escoba contra su cara de hidalgo caballero, muy cerraditos los ojos, muy sintiendo, hasta que en una vuelta quebrada cayó al suelo y ya no pudo levantarse. Nunca más lo vieron.

EDUARDO GALEANO. 
De: " El libro de los abrazos."

" Somos las historias que vivimos."

“Creo que fuimos nacidos hijos de los días,
 porque cada día tiene una historia 
y nosotros somos las historias que vivimos.”

Eduardo Galeano.

17.5.17

América Latina: Los laberintos de la utopía.

Publicado el 17 nov. 2012
Eduardo Galeano ha dedicado el tema de esta charla a la clase trabajadora del mundo, y entre la crisis capitalista, reformas laborales, recortes, planes de austeridad, despidos masivos y sobreexplotación del trabajo, se pregunta si los derechos laborales son ahora un tema para arqueólogos y sólo para arqueólogos.

" América latina".

" El Sur también existe."
Mario Benedetti


“Ahora América es, para el mundo,
 nada más que los Estados Unidos: nosotros habitamos, a lo sumo,
 una sub América, 
una América de segunda clase,
 de nebulosa identificación.
 Es América Latina, la región de las venas abiertas.”

Eduardo Galeano

" Ramaje" .


“Al norte y al sur, al este y al oeste, el hombre serrucha,
 con delirante entusiasmo,
 la rama donde está sentado.”

Eduardo Galeano.

" El amor es sordo al verbo divino y al conjuro de las brujas."


“El amor es sordo al verbo divino y al conjuro de las brujas.
 No hay decreto de gobierno que pueda con él,
 ni pócima capaz de evitarlo,
 aunque las vivanderas pregonen, en los mercados,
 infalibles brebajes con garantía y todo.”

Eduardo Galeano