" Haroldo conoce como pocos este mundo del delta.
Sabe cuáles son los buenos lugares para pescar y cuáles los atajos
y los rincones ignorados de las islas;
conoce el pulso de las mareas y las vidas de cada pescador y cada bote,
los secretos de la comarca y de la gente.
Sabe andar por el delta como sabe viajar, cuando escribe, por los túneles del tiempo.
Vagabundea por los arroyos o anda días y noches
por el río abierto, a la ventura, buscando aquel navío fantasma
en que navegó allá en la infancia o en los sueños;
y mientras persigue lo que perdió va escuchando voces y contando historias
a los hombres que se le parecen.
Triste, solo y manso, Haroldo vive al ritmo del río, que corre sin apuro.
Cuando llega la violencia, le sube de a poco,
como crece suavemente el agua,
pero que se cuiden los hijos de puta: la corriente alzada arranca árboles y casas:
lo he visto embestir y le conozco las furias (…).”
Ahora no sabemos nada de él y yo ya no tengo cómo decirle que lo quiero y que nunca
se lo dije por la vergüenza o la pereza que me daba.”
EDUARDO GALEANO.
Revista Crisis Nº 40, Buenos Aires, Agosto de 1976. Disponible en http://www.revistacrisis.com.
Último acceso 17/9/15.

