30.10.15

"Artigas".

"La causa de los pueblos no admite la menor demora."
Artigas



Fíjense ustedes lo que ha ocurrido con otro perdedor, José Artigas,
 el hombre que hizo la primera reforma agraria de América,

 antes que Lincoln y antes que Zapata.

Hace casi dos siglos, él fue vencido y condenado a la soledad y al exilio.

 En años recientes, la dictadura militar del Uruguay le erigió un
 ampuloso mausoleo, queriendo encerrarlo en cárcel de mármol.
 Pero cuando la dictadura intentó decorar el monumento con algunas de sus frases,
 no encontró ninguna que no fuera subversiva.
 Ahora el mausoleo tiene fechas y nombres de batallas, y ninguna frase.
 Involuntario homenaje, involuntaria confesión: Artigas no es mudo.

Artigas sigue siendo peligroso.

Cosa curiosa: con tantos vivos que hablan sin decir,

 en nuestras tierras hay muertos que dicen callando.

Eduardo Galeano

29.10.15

"Experimento."

"Los campos de concentración nacieron en África.
 Los ingleses iniciaron el experimento, y los alemanes lo desarrollaron. 
Después Hermann Göring aplicó, en Alemania, el modelo que su papá había ensayado, en 1904, en Namibia.
 Los maestros de Joseph Mengele habían estudiado, en el campo de concentración de Namibia, la anatomía de las razas inferiores.
 Los cobayos eran todos negros."

Eduardo Galeano

"La independencia es otro nombre de la dignidad".


"Quise hacer de la tierra 
un paraíso para todos."
Simón Rodriguez


Todas las naciones de América latina nacieron mentidas.
 La independencia renegó de quienes, peleando por ella, se habían jugado 
la vida; y las mujeres, los analfabetos, los pobres, los indios y los negros
 no fueron invitados a la fiesta.
 Aconsejo echar un vistazo a nuestras primeras Constituciones, que dieron
 prestigio legal a esa mutilación. Las Cartas Magnas otorgaron el derecho de ciudadanía a los pocos que podían comprarlo.
 Los demás, y las demás, siguieron siendo invisibles.



Simón Rodríguez tenía fama de loco, y así lo llamaban: El loco.

 Decía locuras, como éstas:

Somos independientes, pero no somos libres. 
Nuestra América no debe imitar servilmente, sino ser original. 
Y también:
Enseñemos a los niños a ser preguntones, para que se acostumbren
 a 
obedecer a la razón: no a la autoridad como los limitados, ni a la costumbre
 como los estúpidos.
 Al que no sabe, cualquiera lo engaña. 
Al que no tiene, cualquiera lo compra. 

Don Simón decía locuras, y hacía locuras.

 Allá por mil ochocientos veinte y pico, sus escuelas mezclaban a los niños 
y a las niñas, a los pobres y a los ricos, a los indios y a los blancos, y también
 unían la cabeza y las manos, porque enseñaban a leer y a sumar, y 
también a trabajar la madera y la tierra.
 En sus aulas no se escuchaban los latines de sacristía y se desafiaba
 la tradición del desprecio por el trabajo manual.
 Poco duró la experiencia. 

Un clamor de indignadas voces exigía la expulsión de este sátiro que ha venido a corromper a la juventud, y el mariscal Sucre, presidente del país que ahora llamamos Bolivia, le exigió la renuncia.

A partir de entonces, anduvo a lomo de mula, peregrinando por las costas 
del Pacífico y las montañas de los Andes, fundando escuelas y
 formulando preguntas insoportables a los nuevos dueños del poder:
Ustedes, que imitan todo lo que viene de Europa y de los Estados Unidos,
 ¿por qué no les imitan la originalidad, que es lo más importante?
Este viejo vagabundo, calvo, feo y barrigón, el más audaz y el más
 querible de los pensadores de América, estaba cada día más solo, y solo murió.
A los ochenta años, escribió:
Yo quise hacer de la tierra un paraíso para todos. La hice un infierno para mí.
Simón Rodríguez fue un perdedor. según la escala de valores de este mundo, que sacraliza el éxito y no perdona el fracaso, los hombres como él no merecen memoria.
Pero, ¿acaso no está vivo don Simón en la energía de dignidad que 
hoy recorre nuestra América de norte a sur? ¿Cuántos hablan por su boca,
 aunque no lo sepan, como hablaba en prosa aquel personaje de Molière 
que no sabía que hablaba en prosa?
¿Acaso don Simón no nos sigue enseñando, un siglo y medio después
 de su muerte, que la independencia es otro nombre de la dignidad
Eduardo Galeano

27.10.15

"El viaje".

" Oriol Vall, que se ocupa de los recién nacidos en un hospital de Barcelona, dice
 que el primer gesto humano es el abrazo.
 Después de salir al mundo, al principio de sus días, los bebés manotean,
 como buscando a alguien.
Otros médicos, que se ocupan de los ya vividos, dicen que los viejos, al fin de sus días,
 mueren queriendo alzar los brazos.
 Y así es la cosa, por muchas vueltas que le demos al asunto, y por muchas palabras que le pongamos.
 A eso, así de simple, se reduce todo: entre dos aleteos, sin más explicación, transcurre el viaje."

Eduardo Galeano.
- Bocas del tiempo -

"Tiempo".

 De tiempo somos.
 Somos sus pies y sus bocas.
 Los pies del tiempo caminan en nuestros pies.
 A la corta o a la larga, ya se sabe, los vientos del tiempo borrarán las huellas.
 ¿Travesía de la nada, pasos de nadie?
 Las bocas del tiempo cuentan el viaje.

Eduardo Galeano