19.8.20

" Libertadoras brasileñas"

“La historia la escriben los vencedores,
 la literatura los vencidos”.
 Gustavo Álvarez.


"El 3 de marzo de  1770 culminó el reinado de Teresa de Benguela en Quariterê.
Éste había sido uno de los santuarios de libertad de los esclavos fugitivos en Brasil.
 Durante veinte años, Teresa había enloquecido a los soldados del gobernador de Mato Grosso. No pudieron atraparla viva.
En los escondites de la floresta, hubo unas cuantas mujeres que además de cocinar y parir fueron capaces de combatir y mandar, como Zacimba Gambá en Espírito Santo, Mariana Crioula en el interior de Río de Janeiro, Zeferina en Bahía y Felipa María Aranha en Tocantins.
En Pará, a orillas del río Trombetas, no había quien discutiera las órdenes de la Mãe Domingas.
En el vasto refugio de Palmares, en Alagoas, la princesa africana Aqualtune gobernó una aldea libre, hasta que fue incendiada por las tropas coloniales en 1677.
Todavía existe, y se llama Conceição das Crioulas, en Pernambuco, la comunidad que en 1802 fundaron dos negras fugitivas, las hermanas Francisca y Mendecha Ferreira.
Cuando las tropas esclavistas andaban cerca, las esclavas liberadas llenaban de semillas sus frondosas cabelleras africanas.
 Como en otros lugares de las Américas, convertían sus cabezas en graneros, por si había que salir huyendo a la disparada."
EDUARDO  GALEANO.
De: " Los hijos de los días".

América latina.


“Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se especializó en perder (…)
 Continúa existiendo al servicio de las necesidades ajenas, como fuente y reserva del petróleo y el hierro, el cobre y la carne, las frutas y el café,
 las materias primas y los alimentos con destino a los países ricos que ganan, consumiéndolos,
 mucho más de lo que América Latina gana produciéndolos”.

EDUARDO GALEANO.
- Conferencia en Cuba -

" Alfonsina."

"Dicen que en los solares de mi gente, medido
estaba todo aquello que se debía hacer...
Dicen que silenciosas las mujeres han sido
de mi casa materna... Ah, bien pudiera ser...
A veces a mi madre apuntaron antojos
de liberarse, pero se le subió a los ojos
una honda amargura, y en la sombra lloró.
Y todo eso mordiente, vencido, mutilado
todo eso que se hallaba en su alma encerrado,
pienso que sin quererlo lo he libertado yo."

Alfonsina Storni.

A
Alfonsina Storni y Horacio Quiroga.



A la mujer que piensa se le secan los ovarios.
 Nace  la mujer para

producir leche y lágrimas, no ideas, y no para vivir la vida sino para

espiarla desde las ventanas a medio cerrar.
 Mil veces se lo han

explicado y Alfonsina Storni nunca lo creyó. 
Sus versos más difundidos

protestan contra el macho enjaulador.

Cuando hace años llego a Buenos Aires desde provincias, Alfonsina traía unos

viejos zapatos de tacones torcidos y en el vientre un hijo sin padre

legal.
 En esta ciudad trabajó en lo que hubiera, y robaba formularios

del telégrafo para escribir sus tristezas.
 Mientras pulía las palabras,

verso a verso, noche a noche, cruzaba los dedos y besaba las barajas

que anunciaban viajes y herencias y amores.


El tiempo ha pasado, casi un cuarto de siglo, y nada le regaló la suerte.

Pero peleando a brazo partido Alfonsina ha sido capaz de abrirse paso

en el masculino mundo. Su cara de ratona traviesa nunca falta en las

fotos que congregan a los escritores argentinos mas ilustres.


Ese año, en el verano, supo que tenía cáncer.
 Desde entonces escribe poemas

que hablan del abrazo del mar y de la casa que la espera allá en el

fondo, en la avenida de las madréporas."

1935, Buenos Aires , Alfonsina. 
Eduardo Galeano

" Fuera de lugar".

Una típica escena de domingo es el cuadro que da fama a Edouard Manet: dos hombres y dos mujeres en un picnic sobre hierba, en las afueras de París.
Nada de raro, salvo un detalle. Ellos están vestidos, impecables caballeros, y ellas están desnudas. Ellos conversan entre sí, algún tema serio, cosa de hombres y ellas tienen menos importancia que los árboles del paisaje.
La mujer que aparece en primer plano nos está mirando. 
Quizá nos pregunta, desde su ajenidad, dónde estoy, qué hago yo aquí.
Ellas sobran. Y no sólo en el cuadro.

EDUARDO  GALEANO.
De: " Espejos."