23.5.16

"Siervos y señores."


El cacao no necesita sol, porque lo lleva adentro. 

Del sol de adentro nacen el placer y la euforia que el chocolate da. 

Los dioses tenían el monopolio del espeso elixir, allá en sus alturas, y los humanos estábamos condenados a ignorarlo. 

Quetzalcóatl lo robó para los toltecas.
 Mientras los demás dioses dormían, él se llevó unas semillas de cacao y las escondió en su barba y por un largo hilo de araña bajó a la tierra y las regaló a la ciudad de Tula. 

La ofrenda de Quetzalcóatl fue usurpada por los príncipes, los sacerdotes y los jefes guerreros. 

Sólo sus paladares fueron dignos de recibirla. 

Los dioses del cielo habían prohibido el chocolate a los mortales, y los dueños de la tierra lo prohibieron a la gente vulgar y silvestre.


Eduardo Galeano.
Fuente :"Espejos" -" Una historia casi universal" -

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