"Al norte y al sur, al este y al oeste,
el hombre serrucha, con delirante entusiasmo,
la rama donde está sentado."
EDUARDO GALEANO.
"Al norte y al sur, al este y al oeste,
el hombre serrucha, con delirante entusiasmo,
la rama donde está sentado."
EDUARDO GALEANO.
" La civilización que confunde a los relojes con el tiempo,
al crecimiento con el desarrollo
y a lo grandote con la grandeza,
también confunde a la naturaleza con el paisaje,
mientras el mundo, laberinto sin centro,
se dedica a romper su propio cielo."
EDUARDO GALEANO.
"Una tarde del año 1977, se reunieron por primera vez catorce madres de hijos desaparecidos.
Desde entonces, buscaron juntas, juntas golpearon las puertas que no se abrían:
—Todas por todas —decían.
Y decían:
—Todos son nuestros hijos.
Miles y miles de hijos habían sido devorados por la dictadura militar argentina y más de quinientos niños habían sido repartidos como botín de guerra, y ni una palabra decían los diarios, las radios, ni los canales de televisión.
Unos meses después de la primera reunión, tres de aquellas madres, Azucena Villaflor, Esther Ballestrino y María Eugenia Ponce, desaparecieron también, como sus hijos, y como ellos fueron torturadas y asesinadas.
Pero ya era imparable la ronda de los jueves.
Los pañuelos blancos daban vueltas y más vueltas a la Plaza de Mayo, y al mapa del mundo."
EDUARDO GALEANO.
"Si el mundo sobrevive, los profesores explicarán
el siglo XX a través de sus símbolos ,
y para explicar la dignidad
mostrarán el pañuelo blanco de las rondas de Plaza de Mayo"
Eduardo Galeano.
En las manifestaciones de izquierda, desfila a la cabeza. Suele asistir a los actos culturales, aunque lo aburren, porque sabe que después hay farra. Le gusta el ron, sin hielo ni agua, pero que sea cubano.
Respeta los semáforos. Camina Quito de punta a punta, al derecho y al revés, recorriendo amigos y enemigos.
En las subidas, prefiere el ómnibus, y se cuela sin pagar boleto. Algunos choferes le tiran la bronca: cuando se baja, le gritan tuerto de mierda.
Se llama Choco y es buscabronca y enamorado. Pelea hasta con cuatro a la vez; y en las noches de luna llena, se escapa a buscar novias.
Después cuenta, alborotado, las locas aventuras que viene de vivir.
Mishy no le entiende los detalles, aunque le capta el sentido general.
Una vez, hace años, se lo llevaron muy fuera de Quito.
La comida no alcanzaba, y resolvieron dejarlo en el lejano pueblo donde había nacido.
Pero volvió. Al mes, volvió.
Llegó a la puerta de su casa y se quedó ahí tirado, sin fuerza para celebrarlo moviendo el rabo, ni para anunciarlo ladrando.
Había andado por muchas montañas y avenidas y llegó en las últimas, hecho una piltrafa, los huesos a la vista, el pellejo sucio de sangre seca. Desde entonces odia los sombreros, los uniformes y las motocicletas.
EDUARDO GALEANO.
" Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento,
y gente de fuego loco que llena el aire de chispas.
Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman;
pero otros arden la vida con tanta pasión que no se puede
mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se enciende".
EDUARDO GALEANO.
" No hay peor colonialismo
que el que nos conquista el corazón
y nos apaga la razón."
Eduardo Galeano.
“A la proporción, semejanza ,unión e identidad
del infinito no te acercas más
siendo hombre que siendo hormiga.”
Giordano Bruno.
"A lo largo de los años no he hecho más que confirmar
que toda esta filosofía del éxito obligatorio
impuesta por los amos del mundo nace de una gran mentira
que consiste en suponer que ganan los mejores, y eso no es verdad.
Ni han ganado ni ganan los mejores.
Y mucha de la gente que tenía razón perdió,
y mucha de la gente que decía la verdad terminó atada
a un palo y quemada viva por la Inquisición.
Cuando Giordano Bruno decía que la Tierra giraba alrededor del Sol
y que el Sol era una de las estrellas, fue quemado vivo.
La razón la tenía él y no los quemadores."
"Cuando no me ve nadie, como ahora,
gusto de imaginar ,a veces, si no será la música
la única respuesta posible para algunas preguntas."
" Recupero lo que creo que es la verdad verdadera desde mi punto de vista, porque hay muchísimas verdades posibles dentro de cada verdad.
Todo depende del punto de vista.
Desde el punto de vista de una lombriz, un plato de espaguetis es una orgía.
" Espejos" intenta ver la historia -el tiempo que pasó y el que ocurre-
desde el punto de vista de los excluidos,
de los no nombrados,
de las mujeres,
los negros,
los indios,
el Sur del mundo,
los judíos,
los gitanos,
los despreciados y perseguidos.
Viéndola así, te enteras de una cantidad asombrosa de historias
desconocidas que vale la pena contar,
como si estuviéramos alrededor del fuego."
EDUARDO GALEANO.
"A veces me angustia.
A veces le tengo miedo.
A veces me resulta indiferente, y otras veces, las más frecuentes,
creo que la muerte y el nacimiento son hermanos.
Que la muerte ocurre para que el nacimiento sea posible.
Y que hay nacimientos para confirmar quela muerte nunca mata del todo”.
EDUARDO GALEANO.
"Esas voces que vienen de la memoria de los mayas
nos recuerdan que el centro del universo está en cada uno de nosotros,
porque está en cada uno de los frutos que brotan
en cada instante del tiempo y en cada lugarcito de la tierra.
"Me parece admirable la capacidad que han tenido los indígenas de las Américas
En una entrevista de 1984 para el semanario Aquí, Eduardo Galeano definió su libro Días y noches de amor y de guerra (Siglo XXI Editores) como “una especie de conversación con mi propia memoria”. En esa misma línea también ubicaba, por ejemplo, la trilogía Memoria del fuego o el célebre Las venas abiertas de América Latina.
El volumen está poblado de claroscuros ya desde su título: los días en oposición a las noches, el amor como contracara de la guerra. Pero aquí la oscuridad y el horror impuestos durante la década del ’70 por los regímenes militares en buena parte del territorio latinoamericano son interrumpidos por esos breves destellos de humanidad capaces de darle sentido a una vida.
En Días y noches Galeano enumera un sinfín de nombres propios: desde el Che Guevara a Juan Domingo Perón, a quienes entrevistó como periodista; Salvador Allende, con quien mantuvo una profunda amistad; algunos colegas como Juan Gelman, Paco Urondo, Juan Rulfo o Alejo Carpentier; y aquellos que nadie volvió a ver jamás como Haroldo Conti, Raymundo Gleyzer o Rodolfo Walsh. También registra el encuentro con personajes anónimos encantadores, la resistencia desde una publicación histórica como la revista Crisis, los amores o la llegada al mundo de sus propios hijos: Verónica, Florencia y Claudio. Hay una oscilación permanente entre el gozo y la tragedia, la vida y la muerte, lo luminoso y la oscuridad.
El escritor analiza las dictaduras de Argentina y Uruguay pero no de manera aislada sino a partir de los vínculos con casos anteriores en la región. Así, puede establecerse un diálogo con otro de sus trabajos, Guatemala. Ensayo general de la violencia política en América Latina, donde identifica los episodios ocurrido en 1967 en ese país como el laboratorio de la barbarie y la violencia que en los ’70 se extendería por todo el continente, “la aplicación de la guerra sucia en gran escala”.
En Días y noches sus análisis no recurren tan sólo a datos duros; Galeano también apela a su pluma sensible a partir de la narración de pequeñas escenas que quedaron impresas en su memoria, momentos protagonizados por personajes como Vovó Catarino, la Abuela, el Bidente, María Padilha o el Viejo, que parecen salidos de una novela.
Según contó en la entrevista realizada por Daniel Cabalero, en ese tiempo había cambiado bastante su estilo. “Tratamiento para adelgazar. Decir cada vez más, con menos”, confesó. Y con esa economía de recursos Galeano era capaz de sintetizar las angustias de una época y toda una generación con tres frases de pajarito, casi como un mantra: “Estar vivo es un peligro; pensar, un pecado; comer, un milagro”.
¿Cuántos son los desterrados dentro de las fronteras del propio país? Esa es una de las preguntas que, de algún modo, atraviesa el libro pero también la vida del autor; una pregunta a la que seguirá dándole vueltas durante años. En la entrevista de 1984, desde su casa en Barcelona, asegura que “nadie se hace héroe por irse ni nadie patriota por quedarse”. Se trata ciertamente de una de las tensiones más fuertes de esa época: ¿irse para salvarse o quedarse bajo el riesgo de perder la vida?
En Días y noches hay un hilo que conecta las doscientas páginas, un personaje omnipresente que encarna toda la vileza del mundo: eso que el escritor llama “la máquina” o “el sistema”. “No se agota en la lista de torturados, asesinados y desaparecidos la denuncia de los crímenes de una dictadura. La máquina te amaestra para el egoísmo y la mentira. La solidaridad es un delito. Para salvarte, enseña la máquina, tenés que hacerte hipócrita y jodedor –escribe–. La máquina, estéril, odia todo lo que crece y se mueve. Sólo es capaz de multiplicar las cárceles y los cementerios. No puede producir otra cosa que presos y cadáveres, espías y policías, mendigos y desterrados”.
En uno de los apartados detalla la situación de Chile, pero al leerla podría dar cuenta también de algunos aspectos de la actualidad: bajo la presidencia de Allende, el país había recuperado el cobre, el hierro y el salitre, los monopolios habían sido nacionalizados y la reforma agraria desestabilizaba a la oligarquía. Sin embargo, “los dueños del poder, que habían perdido el gobierno, conservaban las armas y la justicia, los diarios y las radios. Los funcionarios no funcionaban, los comerciantes acaparaban, los industriales saboteaban y los especuladores jugaban con la moneda”.
Por momentos la noche y la guerra parecen imponerse sobre todo lo demás, pero la pluma del uruguayo registra también esos pequeños detalles que le permitían seguir adelante, escribir, vivir, amar. Así, cuenta la historia de una veintena de compatriotas que, todos los meses, cuando salía la revista Crisis (prohibida en Uruguay), cruzaban el río para leerla. Entre todos compraban un ejemplar, iban a un café y uno de ellos leía en voz alta página por página: escuchaban, discutían, le regalaban la revista al dueño del café y volvían a sus pagos. Al final de ese apartado, Galeano concluye: “Aunque sólo fuera por eso, valdría la pena”.
MÁS FUERTE QUE CUALQUIER TRISTEZA O DICTADURA
" Desde que era gurí, supe que en el Paraíso no existía la memoria.
Adán y Eva no tenían pasado.
¿Se puede vivir cada día como si fuera el primero?"
EDUARDO GALEANO.
"Las montañas y los árboles tienen el destino en la raíz.
Pero la mar ha sido, como nosotros,
condenada a la vida vagabunda."
Eduardo Galeano.
" Rigoberta Menchú, hija del pueblo maya, que es un pueblo de
tejedores, advierte que estamos “con la esperanza en un hilo”.
" José Luis Nell fue una de las víctimas de la matanza de Ezeiza. Una bala le reventó la columna vertebral. Quedó paralítico.
Un día decidió terminar con la impotencia y la lástima.
Eligió la fecha y el lugar: un paso a nivel de una estación sin trenes. Alguien lo llevó hasta allí en la silla de ruedas y le puso en la mano la pistola cargada.
José Luis había sido un militante de fierro. Había sobrevivido a los tiros y a las cárceles y a los años de hambre y clandestinidad.
Pero entonces mordió el caño y apretó el gatillo."
EDUARDO GALEANO.
FUENTE: "Días y noches de amor y de guerra."
" No asistimos en estas tierras a la infancia salvaje del capitalismo,
sino a su cruenta decrepitud.
El subdesarrollo no es una etapa del desarrollo.
Es su consecuencia.
El subdesarrollo de América Latina proviene del desarrollo ajeno
y continúa alimentándolo.
Impotente por su función de servidumbre internacional,
moribundo desde que nació, el sistema tiene pies de barro.
Se postula a sí mismo como destino y quisiera confundirse
con la eternidad.
Toda memoria es subversiva, porque es diferente,
y también todo proyecto de futuro.
Se obliga al zombi a comer sin sal: la sal, peligrosa,
podría despertarlo.
El sistema encuentra su paradigma en la inmutable sociedad
de las hormigas.
Por eso se lleva mal con la historia de los hombres,
por lo mucho que cambia.
Y porque en la historia de los hombres cada acto
de destrucción encuentra su respuesta,
tarde o temprano, en un acto de creación.”
EDUARDO GALEANO.