11.8.15

Romero : El nombre más tocado.


"No es voluntad de Dios 
que unos tengan todo
y otros no tengan nada." 
Monseñor Romero
En la primavera de 1979, el arzobispo de El Salvador, Óscar Arnulfo Romero,
 viajó al Vaticano. Pidió, rogó, mendigó una audiencia con el papa Juan Pablo II:
—Espere su turno.
—No se sabe.
—Vuelva mañana.

Por fin, poniéndose en la fila de los fieles que esperaban la bendición, 
uno más entre todos, Romero sorprendió a Su Santidad y pudo robarle unos
 minutos.

Intentó entregarle un voluminoso informe, fotos, testimonios, pero el Papa
 se lo devolvió:
—¡Yo no tengo tiempo para leer tanta cosa!

Y Romero balbuceó que miles de salvadoreños habían sido torturados
 y asesinados por el poder militar, entre ellos muchos católicos y cinco
 sacerdotes, y que ayer nomás, en vísperas de esta audiencia, el ejército
 había acribillado a veinticinco ante las puertas de la catedral.

El jefe de la Iglesia lo paró en seco:
—¡No exagere, señor arzobispo!

Poco más duró el encuentro.

El heredero de san Pedro exigió, mandó, ordenó:
—¡Ustedes deben entenderse con el gobierno! ¡Un buen cristiano no crea
 problemas a la autoridad! ¡La Iglesia quiere paz y armonía!

Diez meses después, el arzobispo Romero cayó fulminado en una
 parroquia de San Salvador. La bala lo volteó en plena misa, cuando estaba alzando 
la hostia.

Desde Roma, el Sumo Pontífice condenó el crimen.

Se olvidó de condenar a los criminales.

Años después, en el parque Cuscatlán, un muro infinitamente largo
 recuerda a las víctimas civiles de la guerra.
 Son miles y miles de nombres grabados, en blanco, sobre mármol negro.
 El nombre del arzobispo Romero es el único que está gastadito.

Gastadito por los dedos de la gente.
Eduardo Galeano.

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