La arquitectura de la muerte es una especialidad militar.
En 1977, la dictadura uruguaya erigió un monumento funerario en memoria de José Artigas.
Este enorme adefesio fue una cárcel de lujo: había fundadas sospechas de que el héroe podía escaparse, un siglo y medio después de su muerte.
Para decorar el mausoleo, y disimular la intención, la dictadura buscó frases del prócer.
Pero el hombre que había hecho la primera reforma agraria de América, el general que se hacía llamar ciudadano Artigas, había dicho que los más infelices debían ser los más privilegiados,
había afirmado que jamás iba a vender nuestro rico patrimonio al bajo precio de la necesidad,
y una y otra vez había repetido que su autoridad emanaba del pueblo y ante el pueblo cesaba.
Los militares no encontraron ninguna frase que no fuera peligrosa.
Decidieron que Artigas era mudo.
En las paredes, de mármol negro, no hay más que fechas y nombres.
Eduardo Galeano.
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