Escuché esta historia en diversos lugares, atribuida a diferentes personas, por lo que sospecho que cualquier parecido con la realidad ha de ser mera coincidencia.
He aquí la versión que recibí en la Dominicana.
Piaban los niños y los pollitos alrededor de doña María de las Mercedes, que cloqueando arrojaba granos de maíz a sus gallinas. En eso estaba ella, aquel día como todos los días, cuando un automóvil emergió, resplandeciente, desde una nube de polvo en el camino que venía de Santo Domingo.
Un señor de traje y corbata, maletín en mano, le preguntó:
–Si yo le digo, exactamente, cuántas gallinas tiene, ¿usted me da una?
Ella hizo una mueca.
Y acto seguido él encendió su computadora Pentium IV de l.5 GB, activó el GPS, se conectó por teléfono celular con el sistema de fotos satelitales y puso en funcionamiento el contador de pixels:
–Usted tiene ciento treinta y dos gallinas.
Y atrapó una y la apretó entre los brazos.
Entonces, doña María de las Mercedes Holmes le preguntó:–Si yo le digo en qué trabaja usted, ¿me devuelve la gallina?
El hizo una mueca.
Y ella dijo:
-Usted es un experto de una organización internacional.
Recuperó su gallina y explicó que era fácil, cualquiera se daba cuenta:
- Usted vino sin que nadie lo llamara, se metió en mi gallinero sin pedir permiso, me dijo algo que yo ya sabía y me cobró por eso.
EDUARDO GALEANO.
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