“El mundo, en general, se parece bastante a un lugar triste.
En América Latina nuestras venas continúan abiertas porque
esa ‘estructura internacional del despojo’ de los recursos naturales
y humanos que, con gran capacidad y rigurosidad analítica
puso de manifiesto Eduardo, en los tempranos años setenta,
continúa; se sostuvo y se agudizó en el tiempo
vía una herencia colonial muy marcada,
donde, desconociendo la diversidad que somos,
cancelamos la posibilidad de una fraternidad que nos una
y dignifique, de manera de pensar modos de articulación,
de cohesión, frente a las adversidades,
los aislamientos y las formas de hegemonía”.
“Las desigualdades se han agudizado en nuestra región;
panorama que se agravó porque a las diversas estrategias
de la expoliación de recursos de todo tipo que sufrimos
se le sumó la experiencia pandémica.
"Y hoy no sólo lo humano está en riesgo, el planeta, la naturaleza,
todo lo viviente está en peligro.
Sin embargo, al mismo tiempo, frente a este panorama lúgubre,
hay una energía de lo colectivo, de la solidaridad de los pueblos,
de las sabidurías y resistencias populares que nos levanta
una y otra vez del barro de la desesperación.
Y sobran los ejemplos en Ecuador, en Colombia, en Chile,
aquí en Argentina o en Brasil o en Bolivia.
Los pueblos siguen resistiendo”.
Alexis Rasftopolo.
Docente e investigador de la UNaM.
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