Hace un año se fue, quedándose para siempre por su capacidad profética. Un mes antes de su muerte publicamos aquí la nota “Eduardo Galeano: ecoprofeta!”; un mes después nos tocó escribir, con dolor, “El ecoprofeta se ha ido”.
A orillas del Río de la Plata nacieron dos hombres para defender la Casa Común: el papa Francisco y Eduardo.
Ninguno de los dos se da descanso en el cuidado de la Madre Tierra.
Quienes hemos leído a Galeano lo mantendremos vivo mientras que estemos aquí.
Cuando las ideas de fondo son compartidas, es fácil confundir párrafos profundos de Laudato Si’ con los escritos por Galeano, especialmente, en Úselo y tírelo (1.994) y Patas arriba (La escuela del mundo al revés) (1.998).
Las ideas comunes de fondo son muchas: Coinciden el Papa y Eduardo en que la causa de la crisis ambiental es humana.
La profunda crisis del capitalismo y el neoliberalismo; la inequidad del sistema económico imperante. Piensan igual sobre la cultura de consumo y su aberrante mundo del descarte.
Su Santidad y Galeano no hacen más que exhortar para detener esta locura depredadora.
Las selvas,
los bosques,
las fuentes de agua
y otros recursos naturales defendidos por el uruguayo
son los mismos por los que clama respeto Francisco.
Las multinacionales que envenenan a humanos y ambiente,
las que hambrean,
las que monopolizan semillas,
las que fabrican armas,
las que pautan propaganda para dictarnos qué consumir,
las que corrompen funcionarios y autoridades con coimas y regalos
son las mismas corporaciones que enfrentan y denuncian el Papa y el autor de: " Las Venas abiertas de América Latina".
Los dos defienden las culturas ancestrales,
su cosmovisión y su relación con la Pacha Mama.
12/04/2016


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