5.3.18

Charlotte Gilman.

"La libertad es siempre libertad
 para quien piensa diferente."
 Rosa Luxemburgo

"¿Qué pasaría si una mujer se levantara una mañana convertida en hombre?
 Y si la familia no era el campo de entrenamiento donde el niño aprende a mandar ?
 ¿Qué pasa si hay guarderías?
 ¿Y si el marido compartió la limpieza y la cocina?
 ¿Y si la inocencia se convirtió en dignidad?
 ¿Y si la razón y la emoción iban del brazo?
 ¿Qué pasaría si los predicadores y los periódicos dijeran la verdad?
 Y si nadie era propiedad de nadie?

Charlotte Gilman desilusiona.
 La prensa norteamericana la ataca llamándola una "madre distorsionada"; y con más ferocidad los fantasmas que habitan el alma y la muerden internamente la atacan.
 Son ellos, los temibles enemigos que Charlotte contiene, los que a veces logran ganar.
 Pero ella se cae y se levanta, y se cae, y de nuevo se levanta y comienza a caminar de nuevo.
 Esta tenaz andadora viaja implacablemente a través de los Estados Unidos y por escrito y voz anuncia que está al revés."

EDUARDO GALEANO.

A Charlotte Perkins-Gilman (1860-1935) los médicos le prohibieron leer y escribir, lo único que le permitía escapar de su asfixiante vida familiar de esposa y madre. Según ellos, el trabajo intelectual era perjudicial para la salud de las mujeres y a Charlotte, lectora empedernida, se la condenó a no tocar un lápiz, un pincel o una pluma en toda su vida y a pasar la mayor parte del día tumbada en su cama. Esta experiencia la relató luego en su obra más conocida, El papel amarillo de la pared, en la que describe el descenso a la locura de una mujer que permanece en su habitación, los ojos fijos en el papel de la pared, el marido siempre trabajando y ella condenada a ser “el ángel de la casa”, alguien con la obligación de ser delicada, frágil, etérea, inútil.


Charlotte decidió escapar de ese horror y leer y escribir a escondidas. Y, cuando pudo escapar de su encierro, lo hizo.

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