20.2.20

" Los sonidos del silencio." Juan Pablo Bertazza.

 "Las únicas palabras que merecen existir
 son las palabras mejores que el silencio".
Onetti

“Palabrearla”, marca registrada de Galeano que, exista o no, es un vocablo de su propia cosecha que, acaso, trae alguna reminiscencia de las palabras que acostumbra innovar Gelman en su poesía.
 Entiéndase " palabrear" como adornar o rellenar en vano sin cambiar la esencia, sin tocar el hueso o la médula de las cosas. Exactamente lo contrario a lo que hace Galeano con su literatura, lo opuesto a lo que significa su búsqueda. Una de las marcas que viene grabando a fuego el estilo Galeano, escritor que en lugar de párrafos parece escribir ráfagas, alguien que en lugar de frases parece escribir fraseos, es una especie de ronda silbante en torno al silencio. Y no es casual que Galeano incorpore también ese modelo al hablar de los diversos héroes de este libro, célebres algunos, anónimos otros.
 La narración del 17 de marzo, por ejemplo, se llama “Ellos supieron escuchar” y habla de Karl y Gudrun Lenkersdorf, dos ilustres profesores alemanes que cierto día arribaron a México, y que al tomar contacto con una comunidad tojolabal perteneciente al mundo maya se presentaron diciendo: “Venimos a aprender”. Los indígenas callaron. Al rato, alguno intentó explicar el silencio, y ellos respondieron: “Es la primera vez que alguien nos dice eso”.
“Callando digo” es el nombre de la historia correspondiente al 29 de enero: “Hoy nació Anton Chéjov, en 1860. Escribió como diciendo nada. Y dijo todo”.
Pero el silencio de Galeano es un silencio claramente social, un silencio que no es necesariamente minimalista y mucho menos el silencio solitario de la torre de marfil. 
Su silencio concentra y comunica a las personas...
“Me gusta leer en público, y éso es lo que haré con este nuevo libro en la feria de Buenos Aires. Cada vez que lo hago, siento que las palabras se multiplican, de alguna mágica manera, y aunque nacen del lenguaje escrito se convierten en lenguaje hablado, que tiene mucho de música. Suena como música, y quiere serlo”.
“Onetti era un falso puercoespín. Conmigo, siempre fue cariñoso, quizá porque yo, que era muy chiquilín, era capaz de compartir con él jornadas de largos silencios, él acostado, yo sentado, mucha fumadera y mucha bebedera de vinos de cirrosis instantánea. Y entre silencio y silencio me decía frases que atribuía a los persas o a los chinos o a los escandinavos, y era pura mentira, lo hacía por dar prestigio histórico a las frases que inventaba. Una de esas frases, que no era china, era de él, me quedó grabada para siempre. Cada día la recuerdo, ante cada frase que escribo: ‘Las únicas palabras que merecen existir son las palabras mejores que el silencio’. En estos tiempos de inflación palabraria, que tanto daño nos hace, sería bueno recordar esa frase del falso chino a quien tanto sigo queriendo”.

 Juan Pablo Bertazza.


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