4.5.23

" Adivinanzas."

Piaban los niños y los pollitos alrededor de doña María de las Mercedes Marín, que cloqueaba mientras caminaba arrojando granos de maíz a sus muchas gallinas. 
En eso estaban, aquel día como todos los días, cuando un automóvil emergió, resplandeciente, de una nube de polvo en el camino que venía de Santo Domingo.
Sin saludar, sin presentarse, un señor de traje y corbata y maletín preguntó a doña María de las Mercedes:
–Si yo le digo, exactamente, cuántas gallinas tiene, ¿usted me da una?
Ella no dijo nada.
El señor encendió su computadora Pentium III a 600 Mhz, activó el GSP, el sistema Yahoo de fotos satelitales y el contador de pixels y, enseguida informó:
–¿Usted tiene ciento treinta y dos gallinas –y atrapó una y la apretó entre los brazos.
Doña María de las Mercedes preguntó:
–Si yo le digo en qué trabaja usted, ¿me devuelve la gallina? 
El señor sonrió:
–Por supuesto.
Pero la sonrisa se le borró de los labios cuando ella adivinó, sin la menor vacilación, que él era un experto de alguna organización internacional.
–¿Có-cómo lo supo? –tartamudeó, mientras dejaba la gallina en el suelo.
Y ella le explicó que era muy fácil.
 Él había venido sin que nadie lo llamara,
 se había metido en su gallinero sin pedir permiso, 
le había dicho algo que ella ya sabía y había cobrado por eso.

EDUARDO  GALEANO.

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